Thomas Lebeque y Clément Dubuisson, en S’Algar. | A.R.

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Clément Dubuisson llegó hace doce años a Barcelona para trabajar en una multinacional francesa dedicada a la venta por catálogo, pero al cabo de tres años llegó la crisis y un ERE le dejó en la calle. «Tuve claro que no quería volver a trabajar en una gran empresa», explica este emprendedor francés en perfecto castellano.

Desde entonces, Dubuisson, que todavía reside en Barcelona, se ha dedicado a emprender. Creó primero una agencia de márqueting on line y después colaboró en una start-up especializada en soluciones para ecommerce y atención al cliente. Hace un año quiso emprender de nuevo, pero esta vez tenía claro que no lo haría solo. «Quería tener un socio desde el principio, para compartir experiencias», explica Dubuisson.

La nueva idea de negocio se le ocurrió poco después de que naciese su segundo hijo e intentara revender su coche para comprarse uno más grande. «Puse un anuncio en los clasificados del periódico y casi todos los que me contactaron resultaron ser timadores o me hacían contraofertas a precios ridículos. Al final ya no confiaba en nadie», recuerda Dubuisson, frunciendo el cejo.

El Objetivo

Así que se obstinó en crear un servicio on line de vehículos usados que asegurase transparencia de precios, seguridad y confianza al comprador. Mientras le daba vueltas al proyecto, un amigo suyo insistió en presentarle a otro ejecutivo francés que acababa de aterrizar en Barcelona, y que también quería emprender, Thomas Lebeque.

«Nos conocimos en una comida y nos entendimos enseguida», explica Lebeque, un ingeniero de ojos achispados con más de veinte años de experiencia en el sector del móvil. Justamente, Lebeque también estaba frustrado por el servicio recibido en un establecimiento de vehículos usados de la cadena MundiAuto. «Me vendieron un coche que se averió al cabo de pocos días, no me daban uno de sustitución, volvió a averiarse... y yo con tres hijas que tenía que llevar a la escuela!», exclama Lebeque.

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En las semanas siguientes a la comida, los dos franceses empezaron a diseñar su propia plataforma on line de compraventa de coches de ocasión: Pulpcar.

«Nuestra misión es eliminar a la gente el estrés de comprar un coche, transmitir tranquilidad. Tranquilidad de no tener que regatear el precio, de no sufrir por que se estropee, y de no tener que esperar: nosotros nos encargamos de todo el papeleo y de la entrega a domicilio del vehículo», explica Dubuisson mientras termina su café junto a la piscina del hotel de S'Algar, cuartel general de Menorca Millennials, un programa que reúne desde el pasado 4 de junio a las 20 mejores start-ups tecnológicas internacionales en la Isla, entre ellas Pulpcar.

El Potencial

«Creemos que el mercado de coches de segunda mano tiene un gran potencial, sobre todo entre un público familiar, que necesita cambiar de vehículo al tener el primer o el segundo hijo», explica Lebeque. También se dirigen a la «gente con menos vinculación emocional con la marca o el coche, o más cercana a los valores de la economía colaborativa de compartir y reutilizar recursos», añade el ingeniero, mirando con complicidad a su colega.

Uno de los puntos fuertes de Pulpcar es garantizar que cualquier coche ofrecido ha pasado antes por un servicio de certificación de calidad realizado por técnicos de la propia empresa y ofrecer una garantía de doce meses. «Más adelante iremos ofreciendo otros servicios, desde opciones de financiamiento a seguros», comenta Dubuisson.

Pulpcar se dirigirá en una primera fase al mercado francés y español, donde las ventas de coches usados crecerán este año un 3%, según previsiones de la patronal del sector (GANVAM). Su paso por Menorca Millennials les ha servido para hacer contactos con posibles inversores y focalizarse en el proyecto. Incluso para replantearse si cambiar el nombre de la empresa. «Pulpcar? Houseofcar? Yesyoucar? Voilácar? Le hemos preguntado la opinión hasta al camarero», concluye Lebeque, entre risas.