Los socorristas tienen el material en el suelo, ante la imposibilidad de gozar de un sitio adecuado | Gemma Andreu

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Los socorristas de las playas denuncian la precariedad laboral con la que se ven obligados a trabajar cada día. Lamentan unos sueldos de 4 euros la hora que les empujan a trabajar sin descanso para aspirar a un salario decente. Hay quienes llegan a encadenar 200 días seguidos sin librar. El material con el que cuentan tampoco está en buen estado, aseguran. A todo esto se añade la inestabilidad laboral, resultado de contratos temporales y concesiones de un año de duración.

Pero aún hay más. Las nóminas de junio no las cobraron hasta ayer. La indignación les ha llevado este fin de semana a protestar de manera simbólica izando la bandera naranja, que significa ausencia de salvamento. Ante la amenaza de posibles sanciones los 22 afectados, 17 de los cuales hicieron ostensible su malestar el pasado fin de semana, optaron ayer por protestar de otra manera: izando una bandera amarilla y verde y prestando «servicios mínimos» a partir de las 14 horas. Es decir, atendieron «todas las peticiones sanitarias», pero renunciaron a otras labores como, por ejemplo, facilitar información turística, asegura un representante del colectivo de socorristas. Explica que «quieren dar a conocer la situación que viven» y no descartan otras actuaciones para reivindicar unas condiciones más dignas.

Playas como las de Sa Caleta, Cala en Blanes y Cala Blanca no cuentan con una estructura sólida decente para que el socorrista pueda estar protegido de la lluvia y, a su vez, tener una visión periférica de la zona de baño. Otro de los problemas con el que deben lidiar cada día es la ausencia de espacios en los que guardar el material una vez finalizan su jornada laboral. Normalmente se habilitan cajones metálicos para custodiar los objetos personales, las tablas de salvamento, productos sanitarios, y todo lo necesario. Pero resulta que, debido al desgaste que sufren dichos cofres, muchos han quedado dañados.

Esto provoca que en algunos casos sean los propios socorristas quienes deben cargar y transportar todo el material en sus propios vehículos o guardarlo en los chiringuitos cercanos, a veces a unos centenares de metros de distancia. Además, ha provocado algunos robos, entre ellos, dos teléfonos móviles. En lo que refiere a la torres de seguridad, cajones y material no fungible, la responsabilidad es del Ayuntamiento.

Desde el consistorio, la concejal de Turismo, Noemí Camps, muestra su preocupación por la situación del colectivo de socorristas y asegura que han «encargado nuevos cajones metálicos para depositar el material». También ha avanzado que en la junta de gobierno del próximo miércoles aprobarán medidas para agilizar el pago a la empresa que presta el servicio, Baleares de Gestión y Salvamento (GSS), y que ésta pueda afrontar las nóminas, pero aclara que el Ayuntamiento suele pagar a 30 días y que es la empresa quien «debe garantizar cierta liquidez y solvencia».

La postura de GSS

Por su parte, uno de los coordinadores de GSS en Menorca, Jaime Anglada, reconoce las malas condiciones económicas de los socorristas. «Se está cobrando la mitad que hace 7 u 8 años», detalla. Y se pregunta si el Ayuntamiento, cuando abre un concurso público, puede acogerse a «bajas temerarias» es decir, aceptar el presupuesto de una empresa con el riesgo de que ésta no podrá cumplir el contrato garantizando unas condiciones laborales aceptables. A pesar de la precariedad asegura que, ante las quejas, GSS ha accedido a aumentar el sueldo de los socorristas un 5% «porque en Menorca se hace un buen trabajo y queremos que los trabajadores estén bien» y añade: «el socorrismo en Menorca está perfecto». Cuando toca hablar del material, apunta directamente hacia el Ayuntamiento. Explica que «las playas están desmanteladas» y que las consecuencias las acaban pagando ellos. Sin embargo, enfatiza que «el servicio se cubre».

El representante de los socorristas apunta que «queremos que alguien nos atienda y pedirle una mejora de las condiciones. El ayuntamiento tiene mucho que hacer, no solo la empresa. El año que viene volverán a hacer un concurso, cada vez con presupuestos más bajos, y al final lo que hacen es recortarnos a nosotros».