Joana Gornés, en la clínica donde trabaja | J.G.

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Joana Gornés Mesquida (1991, Ciutadella) tenía claro su futuro profesional desde muy pequeña. «No sabría qué haber estudiado de no ser Veterinaria», afirma rotunda. Esta joven de Ciutadella descubrió pronto su vocación porque desde pequeña, por tradición familiar, estuvo en contacto con caballos. Ahora pone dicha aptitud en práctica en una clínica especializada en equinos, en una pequeña población a 30 minutos en tren de Hamburgo, Alemania.

En la Pferdeklinik Bargteheide (en la villa del mismo nombre, Bargteheide, en el bundesland de Schleswig-Holstein, situado al norte del país) vive, trabaja y absorbe conocimientos en un reputado centro que trata, sobre todo, caballos de competición.

¿Por qué decidió seguir su formación en Alemania?
— Creo que fue por un profesor de alemán que tuve en el instituto Maria Àngels Cardona, Wolfgang Heinze, que nos motivaba mucho, y los intercambios lingüísticos fueron fundamentales, conocimos el país y nos enganchó. Eso, unido a que siempre quise estudiar Veterinaria y trabajar con caballos, hizo el resto. No hice ningún Erasmus durante la carrera, y al terminar directamente vine a Alemania; para mí, hacer las prácticas aquí era un reto.

En Menorca está arraigada la cultura del caballo pero, en su caso concreto, ¿de dónde viene esa pasión?
— Siempre he tenido contacto con ellos, especialmente cuando era más pequeña y vivíamos en Es Migjorn Gran. Allí teníamos una yegua, Nabila, que tuvimos que vender al mudarnos a Ciutadella, cuando yo tenía ocho años. Pero también mi padre trabaja con caballos, mi madre monta, mi abuelo... No sabría qué haber estudiado de no ser Veterinaria.

¿Cómo logró introducirse en el sector y trabajar en Alemania?
— Por suerte o las casualidades. En Menorca tenía relación con el mundo de los trotones y las carreras. De esas amistades surgió un contacto con un entrenador alemán y en 2008 pude realizar mi primera visita a Alemania y estar al cuidado de trotones. Con uno de esos caballos fui a la clínica en la que trabajo ahora, me gustó, me fijé en las instalaciones y más tarde, envié mi propuesta para hacer las prácticas allí, y me cogieron por un periodo inicial de dos meses, que luego prorrogaron.

¿Y ahora sigue en prácticas?
— No, ahora estoy contratada por un año. Después de las prácticas firmé un contrato que acabo de empezar. Quiero terminarlo y mi intención es quedarme en Alemania un par de años más, porque estoy muy bien. Mi ilusión es seguir formándome, ganar experiencia y trabajar como veterinaria a un nivel alto.

Y de momento ¿lo está consiguiendo?
— Sí, estoy en una clínica muy bien equipada para diagnosticar y operar. Aquí llegan caballos no solo de Alemania sino también de países como Dinamarca, Suecia y Noruega. Destaca sobre todo en medicina deportiva, ya que la mayoría son caballos de competición, aunque también hay algunos que son de propietarios particulares, de ocio. Aquí en general existe también una cultura del caballo, a la gente le gusta la hípica. Los que corren carreras compiten a muy alto nivel.

¿En qué consiste su trabajo?
— Soy asistente del veterinario en todas las visitas del día, también en los diagnósticos por imagen y en las intervenciones quirúrgicas. En la clínica trabajan entre ocho y nueve veterinarios, y la diferencia con España es que hay muchos auxiliares muy bien preparados, aquí cada veterinario tiene su auxiliar, al menos en el centro, en el campo no es igual.
Aún no he completado mi especialización, pero por la casuística de la clínica, con lo que más trato es con caballos de deporte, de salto, doma, completo y carreras.

¿Cuáles son sus puntos débiles, sus lesiones más comunes?
— Las cojeras, las lesiones músculo esqueléticas. La operación más común es la artroscopia, pero también hay intervenciones de pulmones y corazón.

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¿Nota diferencia con los caballos menorquines?
— Estos son caballos muy grandes, más fuertes y más compensados, musculados y con proporciones adecuadas al deporte que practican. El caballo menorquín en principio es más rústico y pensado para el campo, aunque también protagonice las fiestas, y los que yo veo aquí casi todos son de doma y para el deporte. También hay una raza propia de esta zona y ponis de competición.

Son caballos relativamente fáciles de manejar si tienes experiencia con estos animales, son ejemplares educados, que van a concursos y están muy acostumbrados a la gente, se dejan manejar bien.

¿Cómo es una jornada cualquiera en la Pferdeklinik?
— Pues trabajo de 8 de la mañana a 18.30 de la tarde, con un descanso de una hora para comer, de 13.30 a 14.30, aunque la pausa no siempre se puede hacer. Es una jornada larga, dedicada por completo a los caballos. Porque además vivo en una habitación alquilada en la misma clínica en la que realizo el internado.

También hago guardias de urgencias, un fin de semana al mes y los jueves de cada semana a partir de las 18.30, al terminar la jornada, hasta que empieza la del día siguiente. Se atienden las urgencias que puedan llegar o también se dan medicaciones o se explora a los pacientes que ya están en la clínica.

Le queda muy poco tiempo libre para conocer la zona...
— Al pueblo salgo a comprar y poco más, no hay mucho tiempo, es verdad, pero los fines de semana sí que voy a Hamburgo que es una ciudad muy bonita y está a unos 30 minutos en tren.
Bargteheide es un pueblo más pequeño que Ciutadella, y la verdad, trabajo bastantes horas, así que salvo los compañeros, que son todos alemanes menos una chica danesa que estuvo en prácticas, no tengo tantas amistades como las que hice en Berlín.

¿Qué le llevó a esa ciudad?
— Antes de empezar las prácticas me instalé en Berlín unos meses, julio, agosto y septiembre de 2014, para perfeccionar el alemán. Allí conocí a más gente, alemanes y españoles, ya que visité una academia internacional y hacíamos intercambios lingüísticos. Disfruté mucho de la ciudad.

¿Llegó como veterinaria totalmente inexperta a Alemania o realizó antes otras prácticas en España?
— No, durante la carrera es obligatorio realizar prácticas en una empresa, es una asignatura más, y yo las hice tanto en el hospital de la facultad como en Mallorca y también en Menorca, con Olga Anglada. Es realmente así como aprendes, y mucho, ya que cuando estudias hay mucha teoría y además, de todo tipo de animales, también de salud pública y de alimentos. Por eso es importante realizar estos internados y especializarte.

¿Quiere regresar a Menorca? Caballos no le faltarán...
— De momento quiero acabar el contrato y quedarme un tiempo más, pero no descarto volver. Creo que en Menorca encontraría trabajo relacionado con los caballos, pero no en una clínica como en la que estoy ahora, aquí puedo formarme y aprender.

Sant Joan puede esperar entonces...
— ¡Hace ya seis años que no voy por Sant Joan! Los cinco de la carrera y el que llevo aquí. Pero no solo se echa de menos las fiestas, están la familia y los amigos; también la playa y el buen tiempo, porque aquí es muy variable, hace una semana calor y la siguiente llueve o hace frío. Además, Menorca es mi casa.