El cardenal Cañizares | Josep Bagur Gomila

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Antonio Cañizares Llovera llega a Menorca tras participar en la visita pastoral que el Papa Francisco ha realizado durante una semana en México. Aterrizó el viernes por la tarde en Madrid y después vino directamente a Ciutadella.
Conversamos en Cal Bisbe con el cardenal arzobispo de Valencia, que después -con el administrador diocesano, Gerard Villalonga; y el decano del Colegio de Consultores, Bosco Faner- marcha a Monte Toro para reunirse con los integrantes de este organismo de la Iglesia menorquina.

¿Cómo ha vivido este viaje junto al Papa en México?
— Han sido, para mi, unos días de ejercicios espirituales, en los que el Papa Francisco ha dirigido un mensaje de esperanza a una Iglesia llamada a practicar el Evangelio con la caridad, la misericordia, el perdón, la reconciliación, el perdón y la acogida. Un mensaje claro y alentador que consiste en ser fiel a quien da fundamento y sentido a la Iglesia: Jesús.

En su discurso en la catedral de Ciudad de México, el Papa exhortó a los obispos de aquel país a «no perder tiempo y energías en las cosas secundarias, en las habladurías e intrigas». ¿Cómo lo encaja?
— Que es la hora de centrarnos en la sustancia viva del Evangelio; hoy en España, ayer en México, todos nos sentimos interpelados por Jesucristo, por su amor infinito. Y como en los primeros tiempos, es la hora de la evangelización, es la hora de la Iglesia. Cuando le pregunté al Santo Padre cómo actuar ante las dificultades que tenemos en España, me respondió es el momento de evangelizar, sin ningún apoyo político ni poder, pero con el pleno convencimiento de la fuerza del Evangelio.

También son palabras literales del Papa «evitar el embarazo no es un mal absoluto». ¿Es un cambio en la doctrina de la Iglesia sobre la anticoncepción?
— No. El Papa Francisco mantiene fielmente, enteramente, la doctrina de Pablo VI expresada en la encíclica Humanae Vitae de 1968. No es un problema de embarazo, sino de acogida de la persona humana; el bien de la vida de la persona es un bien absoluto y debemos defenderlo por encima de todo. El Papa llegó a comparar, de alguna manera, el mal del aborto y el mal del narcotráfico.

¿Qué aportará el documento postsinodal sobre la familia que saldrá antes de Pascua?
— Lo espero como agua de mayo. Espero, anhelante, que el Papa nos explique la verdad, la belleza y la grandeza de la familia, que es la base de la sociedad y orienta el futuro de cada persona. Una exhortación necesaria.

Se han registrado en España varios sacrilegios y profanaciones contra la Iglesia católica. ¿Cómo debemos reaccionar?
— La primera reacción ha de ser de perdón, como Jesús en la cruz: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen». Al mismo tiempo, reclamar respeto a lo que constituye la entraña misma de la fe cristiana. Estos hechos evidencian la quiebra moral que padecemos, es el hombre quien está en juego al no saber discernir entre lo bueno y lo malo. Este relativismo provoca vivir a la intemperie del laicismo, con graves consecuencias como la incertidumbre moral y la corrupción. Todo ello conduce a un deshumanización cruel que debemos evitar.

¿Reivindica la enseñanza de la religión en las escuelas?
— Es un derecho fundamental de la persona, y así está reconocido y amparado por el artículo 27.2 de la Constitución Española. Los padres tienen pleno derecho a pedir para sus hijos una educación conforme a sus convicciones morales y religiosas. Voy a defender este derecho con uñas y dientes al ser un aspecto fundamental en la formación integral de la persona y un elemento imprescindible para el pleno ejercicio del derecho de libertad religiosa. En caso contrario, este derecho se ve coartado, porque si no se garantiza la enseñanza de la religión no existe derecho efectivo de libertad religiosa. Como le dije a un ministro: «No vengo a pactar, sino a exigir y defender un derecho fundamental», porque la enseñanza religiosa no es un privilegio de la Iglesia católica ni una concesión de la Administración.

¿Cuál es la respuesta de la Iglesia a los casos de corrupción?
— Es una lacra para toda la sociedad y para el hombre. La quiebra y la pérdida de los valores éticos conduce al relativismo y a la quiebra de humanidad que antes he mencionado. Necesitamos una educación basada en los principios, los valores y convicciones morales para combatir la corrupción y lograr una prudente, eficaz y rigurosa gestión de los asuntos públicos, sin favoritismos, componendas ni trapicheos.

En su primer discurso ante los obispos de Italia, en mayo del 2013, el Papa Francisco les animó a trabajar para «reducir el número de las diócesis». ¿Debe preocuparse Menorca?
— En absoluto. Menorca es, históricamente, la primera de las diócesis de Balears. Debe continuar como es: una diócesis independiente e Iglesia particular con su propio pastor que la guíe. Mientras esté al frente de la Provincia Levantina, les garantizo que la diócesis de Menorca seguirá.

«Menorca tendrá pronto al obispo que necesita»

El arzobispo metropolitano de la diócesis de Menorca explica que el nombramiento del nuevo obispo «está en marcha; se halla en su última fase en España, y pronto se tramitará y resolverá en Roma».

«En pocos meses -añade- Menorca tendrá al nuevo obispo que necesita; el pastor que, desde la antigua sede episcopal de Severo, llevará la Isla por los caminos de la fe, la esperanza y el servicio de la Iglesia a la sociedad a la luz de Evangelio y Jesús».

El cardenal Cañizares se muestra muy prudente al ser preguntado sobre la fecha en que la Santa Sede dará a conocer el nombramiento, porque «siempre se puede producir algún retraso», pero señala que en septiembre ya habrá sido ordenado y tomado posesión el nuevo obispo.