En el mirador de Aleksotas, en Kaunas | C.R.

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La exigencia de las elevadas notas de acceso para las universidades públicas españolas y las ganas de viajar, de conocer, propias de los jóvenes que inician su formación superior, se conjugan para que, cada vez más de ellos, inicien la carrera en el extranjero. En esa tesitura se encontró Clara Rodríguez de Castro cuando salió del instituto, y eligió seguir sus estudios en una de las repúblicas bálticas de la antigua URSS, Lituania, ahora país comunitario y en zona euro. La experiencia dura ya cuatro años y en septiembre arrancará el quinto.

Está en Kaunas, la segunda ciudad de Lituania, y se fue con solo 18 años ¿por qué tan lejos?
— Me fui al acabar el Bachillerato. Estaba indecisa entre Lituania y Letonia, pero supe que era aceptada antes en la universidad lituana. Cuando yo empecé hace cuatro años solo había una universidad internacional, la de Kaunas, una ciudad que me gustó más que Riga (Letonia). Ahora Lituania tiene otra universidad para extranjeros en la capital, Vilnius.

Al final lo decisivo fue la nota de corte para su carrera...
— Sí, era difícil remontar algunas notas que saqué en primero de Bachillerato, y en mi año creo recordar que la nota de corte era 12,3 en Medicina en Madrid (miraba allí, porque tengo familia), me quedé muy justa; pero de todos modos también quería salir fuera. No conocía bien la oferta en el extranjero pero nos informamos de esta posibilidad de ir a Lituania. Está dentro del Plan Bolonia, se estudia en inglés y la titulación está reconocida en toda Europa. Otra de las cosas que me gustó de Lituania es que su universidad está hermanada con la Complutense de Madrid, así que si no me iba bien, siempre tenía la opción de volver a España. Por eso decidí probar.

Muchos jóvenes optan por ir a países del este europeo a estudiar ¿cuál es el motivo?
— Por las notas de acceso en España y porque los títulos de estos países tienen validez, eso es fundamental, no solo por si quieres volver a España sino también por si te mueves después por Europa.

Pensó que igual sería solo un curso pero ya han pasado cuatro.
— Sí, llegué con 18 recién cumplidos a Kaunas, que es como la Salamanca de España, una ciudad universitaria, y ahora empezaré el quinto curso. La LUHS (Lituanian University of Health Studies) lleva 25 años ofreciendo formación internacional, este año se ha celebrado el aniversario y han venido los alumnos de las primeras promociones.

¿Está satisfecha con el nivel de la enseñanza?
— Yo estoy contenta, por eso finalmente no me cambié a un centro español. Aquí la carrera es muy práctica, desde segundo curso tienes clínica y sigues casos con pacientes en el Kauno Klinikos, el hospital universitario. Yo voy a completar la carrera aquí, no cambiaría nada de la decisión que tomé. Este año ya hemos empezado en el hospital, con una clase dada por un doctor en un auditorio; luego se nos divide en grupos y vamos visitando pacientes estudiando sus dolencias. Luego te asignan un paciente concreto y tienes que hacer su seguimiento. Lo único que me cuesta es seguir los horarios.

¿Son duros?
— Esos días empiezas a las 8 de la mañana y terminas a las cuatro de la tarde, así que lo duro es que en invierno no ves el sol. En cambio en verano no llega a anochecer del todo, el cielo está de un color negro anaranjado. Puedes entrar en una discoteca de día y salir de día. Tienes los biorritmos cambiados.

El clima condiciona la vida.
— Es muy frío, el primer año en invierno estuvimos a 30 grados bajo cero. Es un país de poca luz, por eso las casas no tienen persianas, pero te acostumbras. A partir de octubre y noviembre el cielo está siempre bastante cubierto, como con una capa de nubes que no deja pasar los rayos de sol. Si sale el sol, todo el mundo sale a las terrazas de los bares y te dan una mantita para que te tapes. Climatológicamente es el otro extremo de España y Menorca, echo de menos el sol. ¡Pero los lituanos van en manga corta y las lituanas con minifalda aunque haga frío!

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¿Qué le parece su carácter?
— Son más bien fríos y secos, pero buenas personas.

Los estudios son en inglés pero ¿cómo se comunican con los pacientes?
— La universidad nos ha dado clases de lituano, digamos que el coloquial y el lectivo, el médico, para poder hablar con los pacientes y seguir los casos. Es una lengua difícil, de origen incierto, tiene alfabeto latino pero la fonética cambia mucho, tiene distintas pronunciaciones según los acentos.

Dejaron de ser una república soviética en 1991, una etapa histórica que a usted le queda muy lejos ¿pero a ellos?
— Aún hay gente mayor que solo habla ruso, polaco o lituano. También hay edificios históricos que contrastan con el centro comercial, que es nuevo. Algunos de esos edificios se han reconvertido en escuelas, facultades... Las personas más mayores no están acostumbradas a ver tantas nacionalidades; se sienten europeos pero la moneda única no la querían, notan el cambio y creo que les perjudica, por sus sueldos. Hasta 2015 tenían su moneda, las litas, y la vida era más económica. Sin embargo a nosotros para estudiar allí nos beneficia el euro. He podido viajar a Copenhague por 20 euros, y con el carné de estudiante el tren entre Vilnius y Kaunas cuesta dos euros.
Aquí se usa muchísimo el carné internacional de estudiantes, con él tienes descuentos en comida, en tiendas de ropa y en transporte. La tarjeta de autobús público por la ciudad cuesta cuatro euros y también hay otro bonobús para moverte por las afueras.

Eso debe rebajar también el coste de vivir allí para estudiar.
— Sí. Yo comparto una casa que está muy bien, con otras dos personas y pagamos 150 euros al mes. Por no hablar del transporte, me sale más barato el vuelo de Kaunas a Mallorca que el de Palma a Menorca sin residente.

¿Tiene más compañeros españoles?
— Ahora entran menos, porque también se han ido desarrollando otras universidades por Europa, pero la verdad es que somos una comunidad grande para lo que es la universidad en sí. De mi promoción somos unos veinte españoles y del año superior creo que son otros veinte. La mayoría es por el tema de la nota de corte. También tengo compañeros que lo que han hecho es presentarse otra vez a la Selectividad, empezar otra carrera para intentar luego ir a Medicina..., eso es muy duro, porque la carrera en sí ya es larga, en la que cabe la posibilidad de tardar más de los seis años. Y añadir otro año más, con el dineral que cuesta pedir matrícula y créditos, convalidarlos.

Al final, igualmente hay que cambiar de ciudad para estudiar ¿Qué es lo que le gusta de Kaunas?
— Se respira un aire muy limpio y es una ciudad bonita, muy bien comunicada con el norte de Europa, que está mejorando, se está desarrollando, aunque no se ven cosas muy modernas. A mi familia, cuando ha venido a visitarme, también le ha gustado mucho. Me dicen que, al estudiar yo allí, han tenido la oportunidad de conocer una ciudad que de otro modo igual nunca habrían visitado.
Además, jamás he tenido ningún problema por ser extranjera, no se me ha hecho tan duro, y llegué muy jovencita y sola, hablando todo en inglés. La verdad es que los estudiantes somos como una gran familia internacional, yo convivo aquí con casi 50 nacionalidades. Descubres distintas culturas, diferentes sentidos del humor, muchos no son como tú esperabas, como los árabes o los escandinavos.

¿Es difícil convivir?
— Entre nosotros dejamos al margen las trifulcas políticas que hay en el mundo para conocer a la persona.

¿Recomendaría la experiencia?
— Totalmente, por cómo creces personalmente. He conocido gente de todos los continentes que ahora son muy importantes para mi. Porque hacer la carrera es más largo que una estancia de Erasmus, Medicina son seis años, tiene tiempo de conocer. Salir hace que tu mente sea más abierta, más madura, también das más valor a lo que tienes. Creo que es lo que tendríamos que hacer todos, salir.

¿Qué le gustaría hacer cuando finalice los estudios?
— Especializarme en enfermedades infecciosas, así podré vivir las dos cosas que me gustan, la medicina y viajar por el mundo. Quiero estudiar la especialidad en Alemania, por eso este verano he pasado un mes de verano en Colonia para mejorar el alemán. Pero bueno, primero tengo que aprobar 5º y 6º y hacer una especialidad que pueden ser otros cuatro años. ¡Me queda mucho!