Los coches pasan de largo para dirigirse al aparcamiento público | Maite Carles

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El primer día tras la clausura del aparcamiento de pago de Macarella transcurrió sin incidentes. La lluvia que cayó a primera hora de la mañana y la alerta naranja por posibles tormentas hizo desistir a algunos bañistas, aunque muchos otros decidieron ir a la playa a media mañana de todos modos. El aparcamiento público, el único disponible de ahora en adelante, se fue llenando poco a poco hasta que el informador encargado de estacionar los vehículos dio la orden de cerrar el acceso a las 12:30, dos horas más tarde de lo habitual. A partir de entonces los paneles informativos ya no volvieron a mostrar la señal de «libre».

En el cruce frente a Sant Joan de Missa, donde los vehículos se desvían hacia Cala en Turqueta o Macarella, los informadores explicaban la situación a los conductores, la mayoría turistas. «El parking privado está cerrado definitivamente así que, por favor, vaya directamente al público», indicaban.

Una vez llegaban allí veían las barreras del aparcamiento de pago cerradas con un candado de grandes dimensiones. En ellas un cartel de «Prohibido el paso» y otro explicando el motivo de su clausura: «Cerrado por orden municipal. Disculpen las molestias», escrito en catalán, castellano e inglés.

Las puertas quedaron definitivamente cerradas a las seis de la mañana, después de que la propiedad mandara retirar dos vehículos que se encontraban en su interior y cuyos propietarios estaban durmiendo en la playa. Tras avisar a la Policía, ésta se personó una hora más tarde para comprobar que se había acatado la orden de clausura emitida por el Ayuntamiento de Ciutadella.

Una vez los visitantes estacionaban en el aparcamiento público, la mayoría desconocía que por delante tenía 15 minutos andando. De hecho, había quien preguntaba si el acceso era viable con cochecitos de bebé.

A las parejas jóvenes o los grupos de amigos no les importaba tener que andar. «Un cuarto de hora no es nada», comentan unos amigos que conocían la existencia del otro aparcamiento gracias a internet. Tampoco le importaba tener que hacer más de un kilometro a pie a un bañista que había bajado a primera hora y se retiraba. «No se hace duro, es un paseo, he venido a primera hora y en cuanto se empieza a llenar me voy», aseguraba.

Precisamente, la masificación de la playa era una cuestión comentada entre los que llegaban. «Si han cerrado el otro parking, quiere decir que en la playa solo hay la gente que ha aparcado aquí», reflexionaba en voz alta un chico con su pareja, satisfecho de no encontrar una playa sin lugar en donde dejar la toalla.


A favor

Por supuesto que otros muchos visitantes se mostraban partidarios de pagar cinco euros para ahorrarse el camino hasta la playa, sobretodo personas mayores o familias con hijos pequeños.

«Con este calor hubiéramos pagado encantados», lamentaba una mujer. «¡Uf!, quince minutos andando», resoplaba una pareja. Una familia con dos hijos adolescentes también tenía clara sus preferencias. «Ahora mismo pagaba los cinco euros, por el calor y también por el tiempo que te ahorras», defendía antes de alegar: «Hace muchos años que viajamos y tenemos que pagar por todos lados».

Sin embargo, los que estaban dispuestos a pagar más dinero eran aquellos que encontraron el parking cerrado.