Vista de las navetas a través de la estructura del puente de la rotonda que debe construirse en el enlace Rafal Rubí. | Archivo

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Ninguna normativa a aplicar en Balears protege de forma explícita y clara los bienes de patrimonio histórico del impacto visual que generan las grandes infraestructuras, como las carreteras. En esta situación se hallan las navetas funerarias de Rafal Rubí, cuyo paisaje arqueológico se verá comprometido por el puente proyectado con la reforma de la carretera general, Me-1, a su paso por este enlace situado en Alaior.

La delimitación del entorno de protección de estos sepulcros prehistóricos no se produjo hasta 2014 y alcanza un radio de doce metros para cada una de las navetas –son dos, una septentrional y otra más al sur–; dicha salvaguarda siempre es en superficie y no se hace referencia al impacto visual. Así lo señala el informe emitido por la jefa del Servicio de Patrimonio del Consell, Cristina Rita, al que ha tenido acceso este diario y que motivó el encargo de otro estudio externo –a los geógrafos paisajistas Rafael Mata y Daniel Ferrer, de la Universidad Autónoma de Madrid–, para que evalúen si la rotonda a doble nivel de Rafal Rubí alterará el entorno de las navetas.

La poca definición de la normativa en este sentido implica, en la práctica, que más allá del perímetro de protección podría instalarse una construcción que por su volumen dañara el conjunto paisajístico o dificultara la visión del bien patrimonial, pero estaría dentro de la legalidad.

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Patrimonio emitió el informe a raíz del escrito remitido el pasado febrero al Consell por seis entidades, incluido el Colegio de Arquitectos, cuestionando la rotonda a doble nivel de Rafal Rubí, incluida en el proyecto de ampliación de la Me-1, por su proximidad a las navetas prehistóricas, ambas declaradas Bien de Interés Cultural. Dichos colectivos solicitaron reconsiderar la solución del viaducto delante de las navetas ya que la obra podría alterar el entorno de los monumentos y hacer peligrar la candidatura Menorca Talayótica. Patrimonio ha revisado el proyecto, cuya planimetría señala que la distancia entre la carretera reformada y la naveta meridional, que es la más próxima, es de 80 metros. Esa distancia es superior al radio máximo de protección en superficie que contemplan las Instrucciones para la defensa de los monumentos prehistóricos y protohistóricos de la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Educación y Ciencia (en un decreto de 1966) por las que se protegieron los monumentos megalíticos, las cuevas prehistóricas y otros restos de Mallorca y Menorca. Otras leyes, como la 12/1998 de Balears sobre patrimonio histórico, no contemplan una figura de protección del paisaje «y es parca en relación a las visuales», señala el informe. Un vacío legal que llevó al departamento del Consell a solicitar un estudio especializado.

Dos meses para decidir sobre otra demolición

Julio es el plazo máximo que se concede el Consell para decidir sobre la rotonda de Rafal Rubí y resolver la definición del proyecto de reforma de la Me-1 en el tramo de Maó a Alaior. No puede acumular más retraso, admiten desde la institución, aunque el tiempo concedido para el estudio paisajístico sea ajustado. El informe encargado a los profesores Mata y Ferrer se tomará en consideración junto con los informes técnicos y jurídicos del departamento de Movilidad y todo ello servirá para determinar si se descarta esta estructura, el puente, como ya ocurrió con el de La Argentina tras la resolución de la Comisión Balear de Medio Ambiente en 2017.

Patrimonio ha revisado tanto el proyecto de mejora de la Me-1 entre Maó y Alaior –para ver la distancia entre la vía y el complejo talayótico–, como la resolución de la Conselleria insular Cultura, Patrimonio y Educación de 2012 que emitió un informe favorable al proyecto. En dicho documento no se mencionan las navetas como bienes afectados, sino que solo se mencionala afectación a una parcela del cruce de Rafal Rubí con algún fragmento de cerámica antigua en la superficie.