Un trabajador de la empresa de embutidos Raima, este miércoles en Ciutadella seleccionando qué genero se puede salvar del apagón | Sergi Garcia

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Con la misión de intentar volver a la normalidad lo antes posible, la de este miércoles fue una jornada de intenso trabajo para las empresas afectadas por el apagón de los últimos días. La recuperación del fluido eléctrico, aunque con interrupciones puntuales en algunos casos, sirvió para ponerse en marcha con las primeras tareas.

Pendientes de que se puedan cuantificar las pérdidas económicas ocasionadas por el cap de fibló, un proceso que no será fácil según avanzan desde las patronales, ayer tocó comenzar a realizar el inventario de las pérdidas. Un capítulo en el que parece que el sector de la alimentación será uno de los peor parados. Igualmente resulta complicado hablar de cifras, pero algunos datos recogidos pueden ser significativos para hacerse una idea del alcance del desastre.

Es el caso de la empresa cárnica Raima, con sede en el polígono industrial de Ciutadella, donde este miércoles hablaban de tirar cuatrocientos kilos de carne a la basura, cerca de un tercio del total de producto que guardaba en sus instalaciones antes de que se cortara la luz. La firma ha podido salvar más fácilmente las piezas en canal, pero no así la carne preparada para ser procesada.

Raima fue una de las muchas empresas de la Isla que no pudo conseguir el alquiler de un generador, aunque se vieron favorecidos por el hecho de que su nave está forrada con un panel frigorífico, lo que ayudó a mantener mejor la temperatura. «Nos volvimos locos para intentar encontrar un grupo electrógeno; no pensamos que esto iba a durar tanto ni que sería de tanta gravedad», explica el gerente.

Un problema muy similar al que se han encontrado desde el sector de la restauración, donde ayer comenzó también la operación limpieza de cámaras y el regreso de los productos que habían trasladado a frigoríficos fuera de los establecimientos. «La prioridad ahora es poder volver a abrir cuanto antes», explicaba ayer José Bosch, del grupo Recibaria, donde paralelamente al recuento de los kilos de alimentos inservibles se empezaba a trabajar en los pedidos de reposición. Y entre medias, realizando un reportaje fotográfico para adjuntar al informe que redactarán y entregaran el lunes al perito durante la visita a sus establecimientos. «No hay nadie que esté preparado para vivir tres días sin corriente eléctrica», concluye Bosch, quien no se atreve a hacer todavía una valoración de las pérdidas.

Angustia e impotencia

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Si bien la mayoría de las grandes cadenas de supermercados pudieron capear el temporal gracias a los generadores auxiliares, las firmas más pequeñas corrieron peor suerte. Es el caso del Suma de la calle República Argentina de Ciutadella, donde ayer sus trabajadores se afanaban en retirar en bolsas industriales los productos echados a perder. «Estamos valorando parte del género que se puede aprovechar, pero hay que tener mucho cuidado porque se trata de un material muy delicado», explicaba ayer por la mañana su dueña, Catalina Marquès, quien confesaba haber sentido «mucha angustia e impotencia» durante estos días.

Vista la dificultad para hacerse con un generador, en el supermercado Suma no insistieron mucho en ese objetivo. En el caso de los productos congelados, se temen que las pérdidas «serán muy grandes». Lo que sí hicieron durante estos días fue abrir puntualmente para «poder asistir a las necesidades de los clientes».

Incluso las empresas para las que el panorama pintaba mejor, como es el caso de las instaladas en Alaior, el primer municipio en recuperar para gran parte de sus abonados el funcionamiento del tendido eléctrico, éste les acabó pasando una mala jugada. Eso fue lo que ocurrió en la empresa de fabricación de dulces Ca Na Maru. Tras una noche en la que se pudo hornear pan, al día siguiente prepararon la masa base para fabricar sus productos, pero el martes vieron cómo se les cortaba el suministro eléctrico desde las 8 de la mañana hasta las 19 horas. «Nos pilló totalmente por sorpresa», relata una de las responsables de la fábrica, Mariluz Riudavets, quien considera que «nos deberían haber avisado, ya que tuvimos que tirar mucha pasta sin cocer», lamenta.

En otra empresa del mismo sector, Cas Sucrer, cuyo obrador está en Es Mercadal, su gerente, Juan Gomila, se hacía ayer eco de cómo en la época del año en que estamos «las pérdidas serán considerables» en ventas y producción. Tras dos jornadas de parón total, ayer se retomó la actividad y se comenzó a hacer inventario de todo el género perdido.

Así, con un pequeño muestreo de empresas relacionadas con la alimentación, resulta fácil aventurarse a decir que las pérdidas de alimentos se medirán por varias toneladas, más aún si se suma las cantidades que están desechando también desde los domicilios particulares.

¿Cuánto pueden aguantar los congelados sin electricidad?

Esa ha sido a buen seguro una pregunta recurrente durante estos días en muchos hogares menorquines. Pues bien, parece que todo depende del estado de cada uno de los congeladores. En el caso de que funcione correctamente y la temperatura de almacenamiento sea de -15 grados aproximadamente, algunos expertos aseguran que los alimentos pueden mantenerse en buenas condiciones hasta dos días, momento a partir del cual suele comenzar la descongelación. La situación parece que se ve favorecida en el caso de que las cámaras de refrigeración estén más llenas, lo que ayuda a que sea más fácil mantener de una forma más prolongada las bajas temperaturas.