Menorca es la única isla en la que crece la recogida selectiva en verano

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El 78,5 por ciento de la población balear vive en municipios con un nivel de recogida selectiva de residuos por debajo del 20 por ciento. Menorca está en un 18,9 por ciento, son más de dos puntos por encima de la media balear, que es del 16,4 por ciento, es una ligera ventaja dentro de un suspenso generalizado. «Queda mucho camino por recorrer», afirmó este martes Rosa Garcia, directora de Rezero-Fundación para la Prevención de Residuos y el Consumo Responsable, durante la presentación del estudio «Les Illes Balears cap al Residu Zero. Situació actual i indicadors per a la transició» en el Consell insular.

Formentera es la isla con un porcentaje de recogida selectiva de residuos más elevado, 28,24%, seguida de Menorca, con el 18,9%, Mallorca con el 16,5% y por último Eivissa, con un 14,3%, según los datos recogidos por Rezero de 2010 a 2018. De todas las fracciones la de envases ligeros es la que más ha aumentado, más del 100% respecto a 2010.

En la comparativa con el resto de Balears Menorca también gana en cuanto a recogida selectiva en los meses punta de producción de basuras, ya que es la única isla en la que este indicador crece un 1% cuando más residuos se generan, en agosto. La diferencia entre el volumen de basuras debido a la llegada de turistas es muy acentuada. En agosto hay un 154% más de basura que en los meses de enero y diciembre, cuando la población se reduce. En Eivissa esa diferencia es del 161% y en Mallorca del 35%.

En todas las islas baja en agosto, entre un 4 y un 6%, el índice de recogida selectiva a excepción de Menorca, donde aumenta ligeramente ese 1 por ciento. Rosa Garcia, acompañada en la exposición del informe por el director general de Residuos y Educación Ambiental, Sebastià Sansó, y la consellera menorquina de Medio Ambiente, Maite Salord, llamó a la «responsabilidad compartida» de todos los agentes en la recogida selectiva aunque, matizó, «no todos tienen el mismo grado de responsabilidad». De este modo, criticó que se culpabilice al ciudadano por los malos resultados» y apuntó a la responsabilidad del productor, cuando lanza un producto al mercado que muchas veces no sabe cómo se va a reciclar al acabar su vida útil, excesivamente breve, en los productos de un solo uso.

Para la directora de Rezero, los fabricantes tienen que asumir los costes asociados a la gestión de sus productos, cuando estos pasan a ser un problema como residuo del que se hace cargo la administración con fondos públicos. También deben «hacerse visibles los costes del tratamiento», estableciemdo tasas con incentivos para aquellos que lo cumplen, aseguró.