Dos de los pasajeros, en el control sanitario a su llegada | Gemma Andreu

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«Mantengan la distancia de un metro y medio, aguarden su turno y tengan preparado el formulario rellenado que se les ha dado en el avión». Son las indicaciones de un guardia civil situado en el vestíbulo por el que entran, de uno en uno, los pasajeros que acaban de llegar a la terminal tras descender del avión de la compañía Vueling procedente de Barcelona. Son las 18.05 horas.

La escasa actividad de la primera instalación menorquina, convertida en una enorme sucesión de vestíbulos vacíos, se circunscribe a dos vuelos diarios procedentes de Palma y Barcelona, además de los que llegan de Madrid los martes, jueves y sábado, todos ellos con una ocupación mínima. En el de las 18 horas del miércoles, una veintena de pasajeros se somete al filtro e interrogatorio de los sanitarios y de una pareja de la Guardia Civil que les aguardan. Se trata del protocolo de seguridad extrema dictado por el Gobierno para evitar que ninguna persona contagiada o con síntomas entre en Menorca sin haber sido detectado.

Las cintas habituales que permiten organizar las colas en el acceso a los escáners de la sala de embarque también aparecen ahora en ese primer contacto del pasajero con la terminal menorquina a la que llega caminando desde la aeronave. No se usan fingers ni autobuses jardineras para evitar cercanías siempre que sea posible. Recorridos unos metros dos sanitarios del IB-Salut aguardan detrás de una mesa la llegada de las personas a las que revisan visualmente. A cada una le repiten las preguntas: de dónde procede y cuándo inició el viaje. Cada pasajero les entrega el documento en el que han tenido que reflejar sus datos, dirección de correo electrónico, origen y destino y si padecen algún tipo de síntoma compatible con la enfermedad del coronavirus. En el caso de que alguno manifieste tener alguno de ellos, se le realiza una entrevista más detallada en otra sala apartada de la que no podrá salir excepto con autorización médica.

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Los sanitarios les entregan una nueva hoja con una serie de indicaciones a seguir y a partir de entonces los viajeros reanudan el circuito hasta la ubicación de otro guardia civil. El agente, situado tras una mesa para salvaguardar la distancia de seguridad, vuelve a interrogarles tras solicitarles el documento nacional de identidad, que comprueba sin llegar a poner sus manos sobre él. «¿De dónde viene usted y cuál es el motivo de su viaje a la Isla?».

Solo está permitida la entrada a los residentes en la Isla que regresan a ella, o quienes alegan una causa justificada para entrar, debidamente autorizada por la Delegación del Gobierno para acogerse a las excepciones, que se corresponden a causas humanitarias, laborales relacionadas con actividades esenciales o de fuerza mayor.

En Menorca no ha sido necesario, hasta ahora, obligar a ningún pasajero a tomar el vuelo inmediato de retorno, como sí ha sucedido, por ejemplo, en el de Eivissa.

Una vez superados los dos filtros, los pasajeros bajan hacia el vestíbulo de recogida de equipaje y salen hacia el de llegadas, donde una pareja del Cuerpo Nacional de Policía vigila el acceso y cuida de la seguridad ciudadana exterior.