Uno de los buzos que colabora en las labores de monitorizaje de la posidonia en el fondo marino | CAIB

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Bajo las aguas de la Reserva de Biosfera de Menorca se disputa una batalla silenciosa entre la posidonia y las algas invasoras que, año tras año, se adueñan de los fondos que históricamente han ocupado las praderas del principal generador de oxígeno del Archipiélago.

El informe 2017-2019 divulgado este viernes por la Xarxa de Monitoratge de la Posidonia del Govern revela que Menorca es la isla balear más afectada por el avance de las especies intrusas. De los doce puntos analizados del litoral menorquín, en once se ha detectado la presencia de la Caulerpa cylindracea o de la Acrothamnion preisii: solo se salva Sanitja.

Este enemigo natural se suma a la amenaza que supone la acción humana sobre la conservación de la posidonia, con el vertido de aguas mal depuradas y el fondeo incontrolado de embarcaciones en zonas sensibles como principales factores.

Con todo, la situación de Menorca es sensiblemente mejor que la registrada en Mallorca, aunque peor que la de Eivissa y Formentera. El diagnóstico del estudio es bueno o muy bueno en la mitad de los puntos de medición, mientras que es regular en la bahía de Ciutadella, Cala Morell, Cala en Porter, el Port d’Addaia y, sobre todo, Fornells.

Lo mejor y lo peor

Uno de los indicadores utilizados para medir el estado de salud de las praderas es la densidad de las hojas. Menorca obtiene al mismo tiempo los mejores resultados de Balears en la playa de Son Bou (donde se superan los 1.100 haces por metro cuadrado) y los peores en la bahía de Fornells, donde apenas se alcanzanlos 300.

El informe, financiado con la ecotasa, concluye que la posidonia balear se halla, en general, en un estado «bueno pero no óptimo», por lo que se insta a mantener las acciones de control.