Actividad frenética. Los profesores trabajan midiendo distancias dentro de las aulas, retirando sillas, pupitres y material que sobra, y delimitando con cuerdas los espacios en los patios para el recreo por grupos de la nueva normalidad | Josep Bagur Gomila

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Trabajo duro de reorganización y sobre todo inquietud, mucha inquietud de maestros y familias es lo que se vive estos días previos al inicio de curso en los centros menorquines. El colegio público Sa Graduada de Maó es uno de ellos, muestra cómo se está preparando esta inusual vuelta al cole que se teme y se desea al mismo tiempo, tanto por los alumnos como por los profesores y padres.

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Presencialidad máxima al mismo tiempo que protección máxima contra el contagio de la covid-19. En eso están volcados los docentes, en preparar los espacios para cumplir los planes de contingencia diseñados por cada colegio e instituto. La prueba de fuego será el día 10. En Sa Graduada comenzarán ese jueves 140 alumnos de Educación Infantil y hasta tercero de Primaria, y el día 11 lo harán los de cuarto, quinto y sexto de Primaria. En total son 204 escolares.

«Cada centro es un mundo, nosotros tenemos un solo acceso al colegio por ejemplo, así que hemos delimitado zonas de espera para las entradas, en el patio y fuera en la acera, para que las clases se agrupen y esperen para entrar», explicó este martes Amanda Camps, directora del CEIP Sa Graduada, situado en el centro de Maó y el colegio más antiguo de la ciudad. Pese a su reforma de 2014, precisamente es su diseño original del pasado siglo el que ahora le beneficia.

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