Los pisos donde se ejerce la prostitución estaban localizados en dos barrios próximos al centro histórico

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La prostitución en Maó es un fenómeno que no se percibe pero que existe pese a que pase desapercibido y tenga como víctimas a decenas de mujeres distribuidas en diferentes pisos de la ciudad.

Solo en temporada baja, de septiembre a diciembre de 2020, Metges del Món, responsable del estudio encargado por el Ayuntamiento, constató la existencia de 12 pisos en dos barrios próximos al centro histórico de la ciudad. Son viviendas estables que funcionan durante todo el año. En el estudio, coordinado por Belén Matesanz y dirigido por Susana Vicente, se estableció contacto con más de 50 mujeres que ejercen la prostitución en Maó.

Las cifras dejan intuir, según la responsable del trabajo, que el número de pisos puede incluso triplicarse en los meses de mayor afluencia turística, que es cuando más mujeres se desplazan aquí para ejercer esta práctica.

El cierre progresivo de los clubes de alterne de Menorca, más acusado tras la irrupción de la pandemia, ha elevado el grado de ocultismo de la prostitución, lo que dificulta aún más su control. Anuncios en webs, redes sociales y consumo en pisos es el modelo único extendido en Maó y la Isla, en general, donde las mujeres todavía están más aisladas y desprotegidas. Tanto los prostituidores como los consumidores conservan mejor su anonimato.

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Para la elaboración del estudio Metges del Món entrevistó a 18 mujeres que ejercen la prostitución, todas ellas latinas, y casi todas con estancia temporal en la Isla. El diagnóstico contempla otra prostitución aún más aislada y oculta protagonizada por mujeres españolas, africanas y asiáticas, que aparecen anunciadas en las redes sociales, a las que ha sido imposible acceder. El perfil responde al de una mujer sudamericana, inmigrante y con estancia temporal en la Isla.

Entre las entrevistadas, el 40 % se hallaban en situación irregular, el 13 % no estaban empadronadas en ningún lugar y el 32 % no tiene tarjeta sanitaria. El 83 % de las entrevistadas no ha recibido ninguna ayuda durante la pandemia.

La mayoría de las mujeres consideraban la prostitución una herramienta temporal para ejecutar su proyecto migratorio o regresar a su país una vez consumido el tiempo de visado, que suele ser de tres meses. Otras se vieron abocadas a practicarla por falta de oportunidades en el mercado laboral, destacando aquí factores estructurales como la desigualdad de género y la ley de extranjería. Las hubo que fueron engañadas por familiares aprovechando su juventud y vulnerabilidad.

Una vez conocido el diagnóstico en el estudio subvencionado por el Institut Balear de la Dona, el Ayuntamiento está decidido a impulsar una estrategia de intervención en los próximos años para ayudar a las víctimas a que se alejen de esta actividad, explicó el alcalde, Héctor Pons, junto a la regidora de Igualdad Catalina Ferrer. La Administración pondrá recursos para ello, señaló. «Nuestro compromiso político es claro», indicó.