Los ciudadanos apuestan por convertir la plaza en un espacio abierto, sin barreras arquitectónicas e incorporar con un puente el cuartel militar sin afectar al tráfico | Gemma Andre

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El Ayuntamiento de Maó dio a conocer hace unos días las líneas generales del proyecto de actuación para la Plaça Esplanada. Cambiar el uso militar del cuartel, dar continuidad al eje de Ses Moreres y reordenar el tráfico de vehículos son algunos de los objetivos del plan. Medidas que la ciudadanía ve, de forma general, con buenos ojos, siempre y cuando «se recupere la Esplanada de hace 40 años, cuando era un lugar acogedor».

Los vecinos de más edad recuerdan que era un obligado lugar de encuentro y se consideraba una de las grandes plazas de la ciudad, a diferencia de ahora, que se considera un «horror estético». La poca iluminación por la carencia de farolas (o porque las pocas que hay están mal orientadas) y la falta de mantenimiento de las jardineras son algunos de los problemas actuales de los que se quejan. Denuncian que los elementos urbanos y los pavimientos levantados por las raíces de los árboles (y que provocan algunos tropiezos) y del mal estado de la estructura metálica que aguanta el edificio de los chiringuitos, llenos de óxido, hacen de esta ubicación un lugar que no invita a pasear.

Entre las propuestas de la ciudadanía, está convertir la Esplanada en un lugar abierto y diáfano, sin diferentes niveles, barreras arquitectónicas ni edificios en el centro. Apuestan por incorporar a la plaza los edificios y solares de uso militar mediante un puente como el que hay en la rotonda de La Salle para que los peatones crucen sin alterar la circulación de vehículos.

Las restricciones de tráfico para priorizar el paso de Ses Moreres a peatones y residentes tampoco gusta a todo el mundo. Los transportistas y comerciantes lamentan que el centro se haya convertido en un «callejón sin salida» que no facilita el acceso a visitantes y turistas, que «ha quitado vida y alegría» a la zona y, denuncian, con poca señalización: «Si los visitantes se llevan una multa, no volverán», añaden. Se quejan también de que para entrar a Maó hoy se tarde el doble de tiempo, y que el parking subterráneo tenga precios elevados que «echen para atrás» a los visitantes.

Albergue juvenil

Aunque la voluntad del consistorio es convertir los cuarteles militares en un equipamiento cultural (biblioteca, sala de exposiciones, auditorio...), lo que fomentaría el paso de turistas, la ciudadanía prefería que se convirtiera en un albergue juvenil para «dar un aliciente turístico a la ciudad». Esta propuesta pasaría también, según el parecer de los vecinos, por hacer una piscina donde está ahora el monolito, que el Consell quiere demoler, para un complejo  completo.

Apuestan también por reactivar la agenda de ocio de la plaza con atractivos y actividades culturales para que los comercios y bares se beneficien de la afluencia de personas en la zona, tal y como se hacía antiguamente.