Imagen virtual de una sala de control aéreo remoto. Los controladores no tienen visión directa de las pistas, sino a través de cámaras y sensores

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El Aeropuerto de Menorca estaba llamado a ser, junto al de Vigo, el primero de España que tuviera una torre de control virtual. Pero lo que iba a ser un icono tecnológico para la Isla se ha convertido en un dolor de cabeza para AENA. La instalación, que debía estar en marcha desde mayo de 2021, está oficialmente a la espera de un informe de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA). Sin embargo, los controladores aéreos han hecho público este viernes que el motivo real del retraso son las graves deficiencias que se han detectado durante la fase de pruebas del proyecto.

La situación se ha abordado en el XIV Congreso del Sindicato Sindicato Profesional Independiente de Controladores Aéreos (SPICA). Allí la jefa de instrucción de la torre de control de Menorca, María José Quintana, ha denunciado que el desarrollo y la puesta en marcha de la torre virtual «están estancados» porque «no se cumplen las espeficicaciones requeridas». Cita, entre otros ejemplos, que durante la fase de pruebas ya se ha caído el sistema de la cámara de 360 grados que permite la visión del tráfico aéreo a través de las pantallas -y lleva así «desde hace meses»-, el salitre ha empezado a oxidar la instalación, etc.

Fruto de estos contratiempos, el sindicato asegura que se ha desconvocado temporalmente el programa de formación de los trabajadores menorquines. A preguntas de ‘Menorca-Es Diari', la dirección de AENA ha admitido hasta ahora que el proceso de implantación de la torre de control virtual es «complejo» pero niegan que esté paralizado: «Se va avanzando», explican, «ya se dispone de una nueva dependencia de control dotada de sistemas de navegación aérea y visualización mediante cámaras y actualmente se halla en fase de pruebas». También señalan que será después cuando se proceda a la formación del personal.

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Una visión limitada del entorno

La operativa del nuevo sistema de pantallas también genera duras entre este colectivo profesional. El problema, según María José Quintana, es que la visión de 360 grados que se tiene desde una torre convencional queda comprimida en diez pantallas. Eso dificulta la observación de lo que pasa fuera de la pista central del aeropuerto, como por ejemplo el Aeroclub de Sant Lluís o el tráfico de helicópteros sanitarios que llegan o salen del Hospital Mateu Orfila, cuya responsabilidad también recae sobre los controladores menorquines.

Critican que la instalación se haya situado a más de 400 metros sobre el eje de la pista cuando lo recomendable, según afirman, es que no esté a más de 250 metros. Como resultado, exponen en un comunicado en su página web, «es imposible ver las aeronaves hasta que no están a dos millas», demasiado tarde para poder realizar un ajuste de salidas o llegadas en el último momento. «Incluso las avionetas se confunden con el asfalto», relata la jefa de instrucción.

En su intervención en el congreso del SPICA, María José Quintana se muestra preocupada por la «falta de personal técnico de mantenimiento cualificado» y valora la complejidad de la formación necesaria para esta nueva tecnología: «Además de ser más complicada, el sistema es totalmente nuevo y requiere del doble del personal que hay actualmente».

Quintana considera, por último, que volver a activar la torre remota una vez reparada la cámara pone en riesgo la operatividad del Aeropuerto de Menorca: «Hacen que nuestro trabajo dependa de un sistema que ha demostrado hasta ahora no ser viable y que ha mostrado importantes carencias».