Parque eólico marino en Samsø. Diez molinos en línea en la isla danesa que hace unos días fue exaltada como referente e inspiración para Menorca al ser el primer teritorio que ha conseguido ser neutro en emisiones cero.

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El proyecto aparece lejano en el tiempo y en el espacio, pero los requisitos están cada vez más perfilados. Habrá que esperar hasta finales de la década, según los cálculos más optimistas, para que se ponga en marcha el primer parque eólico marino en alguna de las dos zonas al nordeste de Menora contempladas en el Plan de Ordenación del Espacio Marino (POEM) a un mínimo de cinco kilómetros de la costa.

Si fueran instalados hoy, la altura de los aerogeneradores plantados en el mar no podrían superar los 170 metros. El límite lo establece la «carta de altitud mínima de control de vigilancia de control de tránsito aéreo» vinculada al aeropuerto de Menorca. Además, todo obstáculo o elemento que supere los cien metros en el área incluida en la servidumbre aeronáutica debe recibir el visto bueno previo de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea.

Sin embargo, la carta será sustituida este año por otra que abarcará todo el espacio balear y que permitirá instalar aerogeneradores de hasta 260 metros de altura en las dos zonas, grafiadas en el POEM como LEBA 2 y LEBA 3. La primera todavía quedaría afectada por la servidumbre aeronáutica, aunque habría margen para superar los 170 metros.

Los modelos más avanzados

Esas condiciones aparecen en el documento de diagnosis sobre el que se ha redactado el plan del Ministerio para la Transición Energética y son las únicas que inciden en la viabilidad de los parques eólicos marinos en la costa menorquina. No hay más obstáculos que pudieren entorpecer el desarrollo de estas novedosas infraestructuras.

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Hay un parque proyectado en la costa este de Inglaterra que prevé molinos de 260 metros de altura -casi como la Torre Eiffel- y 107 de envergadura. Es el más grande del mundo, mientras que otros como el de Walney Extension, al noroeste del Reino Unido, las 87 turbinas miden 195 metros y el de Gwynt y Môr, en la costa de Gales, la altura de sus 167 molinos se reduce a 150. La medida más común entre los que hay en funcionamiento no supera los 200 metros.

No necesitan tanta altitud como en tierra por no registrar problemas de rugosidad del terreno, aunque utlizan palas de mayor envergadura. La potencia más frecuente de los que se fabrican actualmente es de cinco y ocho megawatios. Los expertos consultados estiman que los que se instalen en las aguas menorquinas serán de cinco.

Las zonas de protección, en cuenta

La diagnosis ha analizado todos los elementos de lo que denomina infraestructura verde que podrían verse afectados por el desarrollo del plan. Significa que ha tenido en cuenta las declaraciones de Red Natura 2000, las zonas de hábitats de interés comunitario, zonas identificadas como de elevado valor para las aves, reservas marinas de interés pesquero, reservas de biosfera, zonas de ejercios militares y, en resumen, los usos y actividades marítimos que puedan tener interacción con la propuesta de la eólica marina.

De acuerdo con el tiempo que requiere la puesta en marcha de un parque eólico marino, el cronograma orientativo incluido en la citada diagnosis apunta a una dilación de en torno a cinco años desde la resolución de los concursos que se convoquen. Solo las tramitaciones administrativas requerirán entre 24 y 30 meses, mientas que para la contratación, montaje y pruebas se calcula entre 34 y 36 meses.

Mientras se abre el proceso, hay un vivo debate sobre el impacto ambiental y la afectación que esta industria pueda tener sobre otros sectores productivos, entre ellos, la pesca, uno de los más recelosos. Al otro lado, una plataforma que agrupa a casi 300 organizaciones aduce que estos parques «se constituyen en arrecifes articiales que atraen vida, benefician los puertos y sus entornos, crean empleo» y hasta pueden impulsar el turismo.