Imposición de mano. Es uno de los actos de mayor contenido de la celebración, en el que intervienen todos los obispos, al expresar la transmisión del poder sacramental. | Gemma Andreu

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En su primera alocución como nuevo pastor de la Diócesis de Menorca, desde la cátedra del obispo Severo, Gerard Villalonga (Maó, 1958) transmitió espontaneidad, cercanía y buen conocimiento de la Iglesia menorquina.

«Esta celebración -proclamó- es un libro abierto porque aquí hay Iglesia, que es universal y al mismo tiempo, es local. Y como me diría mi madre: ‘Gerardo, acuérdate de los pobres y visita a los enfermos’. Vengo de Maó y estoy plenamente vinculado a Menorca, a las parroquias donde he ejercido mi ministerio pastoral, al santuario de la Mare de Déu del Toro, a Vida Creixent, a Editorial Menorca, los Escoltes y las fiestas de Sant Joan en las que, en dos ocasiones, he sido capellana».

Gerard Villalonga Hellín empezó a escribir ayer una nueva página en la historia de la Diócesis de Menorca al ser ordenado obispo y tomar posesión de la sede episcopal de Ciutadella. Es el primer sacerdote de Menorca que ha recibido la consagración episcopal en su isla natal, según destacó el nuncio apostólico en España, Bernardito Auza, que presidió el solemne acto litúrgico en la Catedral. El primer templo de la Diócesis resultó insuficiente para albergar a todas las personas que quisieron participar, con un asistencia que superó los 800 asistentes.

Una ceremonia transmitida en directo por IB3 Televisió, Trece TV, Cope y Radio María, que ha exigido un gran esfuerzo de organización y logística, con el trabajo de un numeroso equipo de voluntarios y colaboradores para cubrir con eficacia todos los contenidos y actividades de la ordenación del obispo Gerard.

Maestro, después obispo

En la homilía, el nuncio apostólico, Bernardito Auza, afirmó que «monseñor Gerardo conoce perfectamente esta Diócesis», que definió como «insular y pequeña, como una familia. En ella has nacido, en la ciudad de Maó. Miembro de este presbiterio, has sido vicario general y dos veces administrador diocesano, hasta este instante».

«Usted ha dicho, no hace mucho en una entrevista, que lo suyo no fue una vocación sino un ingreso tardío en el seminario. Desde niño siempre había manifestado que quería ser maestro o cura. Tenía estas dos vocaciones. Maestro fue primero, obispo después», manifestó el nuncio.
Destacó Auza que «esta sede tiene una historia hermosa, porque fue evangelizada en los primeros tiempos del cristianismo». Aludió a «las excavaciones realizada que nos conducen a los hallazgos de las basílicas paleocristiana en la Isla. Las piedras son testigos de la presencia floreciente de la fe católica en Menorca».

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Menorca, pueblo acogedor

El nuncio Auza definió a Menorca como «un pueblo acogedor que se ha enriquecido por el paso de muchas civilizaciones». Aludió a las declaraciones de Gerard Villalonga, relativas a que «no hay problemas de convivencia», y a continuación señaló que «con ello expresa la iniciativa de ser pastor de los que visitan la Isla y también de aquellos que, por otras circunstancias, se han establecido aquí. Asímismo es de apreciar la sensibilidad y acogida de la Diócesis a la presencia de cuantos migrantes de muchas partes del mundo vienen a trabajar aquí, a Menorca».

Bernardito Auza resumió la misión del nuevo obispo en «manifestar el mensaje, la vida y el verdadero rostro de Jesús a los hombres, mujeres, jóvenes y niños en tu Diócesis, en España y en el mundo». Y confió el ministerio del obispo Gerard a la protección de la Virgen como patrona de Menorca «donde es inmensamente querida con el título de Nuestra Señora de Monte Toro».

En su alocución, al final de la Eucaristía, el nuevo obispo, en lugar de dar lectura al texto que había redactado previamente, se expresó desde el corazón, transmitiendo emoción y espontaneidad, con un estilo cercano y directo que arrancó numerosos aplausos de los asistentes.

Destacó la trascendencia de la sucesión apostólica en los obispos y puso el acento en la evangelización como primer reto y gran objetivo «porque -dijo- si no evangelizamos no somos nada».

Villalonga manifestó su compromiso de actuar como «pastor de toda la Iglesia de Menorca, que es una comunidad vida, pueblo de Dios que camina». Describió el significado de su escudo episcopal, con los elementos alusivos a Menorca, como la nave de la isla, las aguas del puerto de Maó con Cristo como puerto seguro, la estrella de María y la cruz de las fiestas de Sant Joan.

Autoridades civiles y militares

Asistieron cuarenta autoridades civiles, entre ellas los ocho alcaldes; y militares, encabezadas por el comandante general de Balears, Fernando L. Gracia, que se sentó junto a la presidenta del Consell, Susana Mora; Miquel Company, conseller del Govern; Joana Gomila, alcaldesa de Ciutadella; Miquel A. Maria, vicepresidente del Consell; Juan M. Lafuente, secretario primero del Parlament; Marga Prohens, diputada nacional; y el senador Cristóbal Marqués Palliser.