Imagen de la planta desaladora de Ciutadella, que entró en funcionamiento en mayo de 2019. | ARCHIVO

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El agua distribuida por la red del casco urbano de Ciutadella casi triplica la concentración de cloruro recomendada, que es de 250 miligramos por litro, según la normativa estatal que establece los parámetros de calidad del agua potable destinada al consumo humano. El valor de cloruro detectado es de 681 miligramos por litro, lo que explica su elevada salinidad, pero al tratarse de un parámetro opcional eso no impide que la calificación del agua, en concreto esta muestra tomada en diciembre de 2022 en la Plaça del Peix y analizada por Pimelab Centro Tecnológico, sea declarada apta para el consumo. El parámetro de salinidad es excesivo y una consecuencia directa de años de sobreexplotación del acuífero, señala Sonia Estradé, especialista en materia hídrica del Observatori Sociambiental de Menorca (Obsam).

«Los niveles piezométricos están muy cercanos al nivel del mar, se han abierto muchos pozos en zonas costeras y la intrusión salina es importante, no hay presión de agua subterránea que lo impida», explica la ambientóloga. La profundidad a la que se encuentra el agua en el subsuelo se denomina nivel piezométrico y, en el caso de los acuíferos libres, también puede llamarse nivel freático. La variación de esos niveles piezométricos ofrece información sobre las reservas de agua.

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El nivel piezométrico medio anual es muy diferente para las tres zonas del acuífero de Migjorn, el más grande de Menorca. Mientras en el centro está a 41,6 metros sobre el nivel del mar (datos de 2022), en la zona de poniente no llega a dos metros, se sitúa en 1,9, y ha habido años, principios de la década de 1990 y de los 2000, que ha bajado hasta 1,6 metros. El nivel piezométrico del acuífero de Migjorn en el levante también ha ido en descenso y actualmente es de 12,1 metros. De 2007 a 2009 llegó a ser de 11 metros, cuando en los años 1980 llegaba a 20,8 metros.

Al límite del recurso

Desde el Obsam Sonia Estradé advierte que «estamos al límite de la explotación de este recurso», y los puntos calientes son los núcleos turísticos, añade, siendo el municipio de Ciutadella el que más urbanizaciones de este tipo tiene. Es conocida la postura del Observatorio Socioambiental sobre cómo atajar el problema del agua: con mejor gestión y sin construir más infraestructuras de gran consumo energético como la desaladora. «Hay mucho consumo de agua per capita, es necesario incidir en eso y reducirlo», apunta Estradé, «queda mucho trabajo por hacer».

La salinización del agua potable en Ciutadella no afecta por igual a las distintas zonas del municipio. El casco urbano presenta la mayor concentración de cloruro junto con la zona de Son Carrió y Cala Blanca (polígono A), que la supera y llega a lo 702 mg/litro. También Son Xoriguer, con 434 mg/litro, presenta una elevada salinidad del agua para el consumo humano.

El apunte

Pronto para evaluar si la desaladora rebaja la presión sobre el acuífero

La planta desaladora de Ciutadella entró en funcionamiento en 2019. Estos cuatro año se considera un periodo demasiado corto por el Obsam para evaluar si ha tenido un efecto en una menor explotación del acuífero, y si eso a su vez ha incidido en la evolución de la barrera de agua dulce. «Nosotros realizamos un seguimiento del acuífero a largo plazo», afirma Sonia Estradé, quien recuerda que los acuíferos tienen un ritmo de recarga muy lento en comparación con embalses y pantanos.