La Avinguda de Calespiques es el único vial de la urbanización limitado a 40 kilómetros por hora.

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Se cumplen diez años desde que la Associació de Vesins de Cala en Blanes entregó al Ayuntamiento de Ciutadella 1.826 firmas para reclamar la reforma de la principal vía de entrada a la urbanización. Una petición que se vio satisfecha, aunque solo en parte, habilitando un carril bici y reorganizando los estacionamientos para pacificar la zona. Sin embargo, a día de hoy, los residentes siguen echando en falta medidas efectivas para reducir las altas velocidades del tráfico rodado en la Avinguda, una calle donde la señalítica fija un máximo de 40 kilómetros por hora, cuando, aseguran, debería ser de 30 al tratarse de un núcleo urbano.

Un radar. Esta es la única solución que considera válida el vecindario, que los últimos años, y tras algunas reuniones con el Ayuntamiento, dio por perdida toda esperanza de encontrar una solución. Es ahora, con el nuevo gobierno local, que quieren plantear sus problemas, para ralentizar el tráfico y hacer que la avenida sea más segura.

Al inicio de la calle Torre de s’Aigua, un cartel limita a 30 la velocidad.

Recuerda bien las acciones que emprendieron los vecinos Joan Sastre, residente de Cala en Blanes y exvicepresidente de la entidad vecinal. Aparte de la recogida de firmas, organizaron una manifestación y colaboraron activamente con la Policía Local de Ciutadella para elaborar el proyecto para reformar la avenida.

De hecho, recuerda Sastre que en septiembre de 2013 ya se había logrado eliminar los badenes, que se habían construido a lo largo de la avenida. Pero «no cumplían la normativa» y los bajos de los coches sufrían fuertes impactos por los desniveles. Además, en realidad, no servían para reducir las velocidades, porque los coches volvían a acelerar tras el badén. Con todo, la Asociación de Transportistas de Menorca presentó una instancia que sería atendida y se logró su supresión.

A 40 kilómetros por hora

La reforma de la calle fue positiva, aunque hubo algunas sorpresas. «En el proyecto se fijó una velocidad máxima de 30 kilómetros por hora, pero pintaron marcas de 40 en el asfalto, porque la policía, a última hora, consideró que era una avenida suficientemente ancha».

Luego, por la insistencia de los vecinos, durante un pequeño espacio de tiempo, se colocó una señal de limitación de velocidad a 30 a la entrada a la urbanización. Supuso una «alegría» para los vecinos, pero no duró. Poco después se retiró y hoy sigue estando vigente el límite de 40 kilómetros por hora, a pesar de que, recuerda Sastre, la nueva normativa vial «dice que en los núcleos urbanos la velocidad máxima será siempre de 30 kilómetros por hora». Por eso, no entiende que «de toda Cala en Blanes, la única calle con los 40 es la Avinguda de Calespiques».

También reclaman los residentes controles de la Policía Local, «en diez años no han hecho ni uno», cuando «los coches pasan a grandes velocidades, porque ya vienen lanzados de la carretera desde Ciutadella». Tan es así que «hay vecinos que se han mudado, porque es un peligro cuando se tienen niños». Lo demuestra que «cada año hay numerosos accidentes».

«Los vecinos entendemos que todos tienen derecho a utilizar la calle, pero debe ser a velocidades adecuadas», considera Sastre. Por eso, la única solución es instalar un radar, «en Maó nadie se atreve a ir rápido frente al polideportivo o en la Avinguda Francesc Femenías», concluye.

El apunte

La AAVV Cala en Blanes trasladará sus preocupaciones al Ayuntamiento

La próxima semana, miembros de la Associació de Vesins de Cala en Blanes se reunirán con miembros del equipo de gobierno del Partido Popular con el propósito de recabar la comprensión del Consistorio e intentar relanzar la urbanización.

A parte de la cuestión del radar, las velocidades y los ruidos del tráfico en una avenida que «no entendemos como sigue marcada a 40 kilómetros por hora», su presidente, Joan Benejam, avanza que pedirán unificar los cinco polígonos de Cala en Blanes para que Correos, que ahora no reparte la correspondencia por no superar cada uno de ellos el mínimo necesario de habitantes, lo haga, ya que en su conjunto están censadas 2.800 personas.

El mantenimiento de la urbanización es otra cuestión que abordarán, una vez Cala en Blanes se ha convertido en la zona turística peor valorada, por su mal estado de conservación. Y los residentes recordarán que hace más de una década, el entonces conseller de Movilidad, Damià Borràs, prometió, en la carretera desde Ciutadella, un carril bici que «es muy necesario». Una vía que sufre una deficiente iluminación y en la cual no se han repuesto quitamiedos tras varios accidentes. Por último, Benejam se refirió al problema de los okupas en el centro comercial abandonado, próximo al hipódromo.