El Bus Macarella, de Autocares Torres, en ruta desde Ciutadella hasta la emblemática playa. | Katerina Pu

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El Camí de Sant Joan de Missa es un hervidero de coches. Todavía son cientos los que, haciendo caso omiso a los paneles informativos de la Ronda Sur, se adentran y tienen que dar la vuelta de regreso a Ciutadella tras ser informados por los vigilantes que los parkings de Son Saura y Cala en Turqueta están llenos.

Pero, desde que en 2018 se implantó el bus lanzadera como única manera de llegar a Macarella, ya no es necesario cerrar a diario el camino. Este año la Policía solo ha tenido que cerrarlo una vez. «Fue durante dos horas y media y por el accidente de un camión volcado en plena vía, pero la temporada está transcurriendo sin problemas», resume Joaquín Salvador, agente encargado de playas y caminos.

Nada que ver con el «caos» que se registraba hasta entonces. El minibús de Autocares Torres va y viene hasta 39 veces a lo largo del día, de 8 de la mañana a 10 de la noche, para llevar bañistas a Macarella. E incluso programa trayectos extra hasta cerca de la medianoche para transportar a clientes del restaurante Susy que se quedan a cenar junto a la playa. Pero, al ser el único medio de acceso rodado a la cala, no se produce el colapso de antaño.

Dejan el coche en Ciutadella

Aún así, la alcaldesa Juana Mari Pons insiste en que «sería deseable poder compatibilizar el acceso del bus con los coches, como ya ocurre en las restantes playas». Uno de sus argumentos es que, «al coger el bus para acceder a Macarella, muchos turistas dejan el coche en Ciutadella y eso agrava la falta de aparcamientos en la ciudad».

Pese a ello, Pons Torres es consciente de que ésta «ahora mismo no es una prioridad» y ha pasado de puntillas sobre el tema cuando ha despachado su primera reunión con el nuevo presidente del Consell, Adolfo Vilafranca. «Preferí advertirle de playas como Macarella o Sa Platja Gran, que aún seguían sin estar limpias a principios de julio. Lo de hacer compatible el acceso de bus y coche en Macarella ya lo plantearemos con otras administraciones para el próximo año».

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Consultado al respecto por este diario, el presidente Vilafranca prefiere por ahora guardar silencio hasta haber estudiado la cuestión con técnicos del Consell.

En cualquier caso, facilitar el paso constante de coches y minibuses requeriría expropiar y ampliar ciertos tramos del camino, a partir de Sant Joan de Missa. Catín Torres, directora de la compañía, los tiene bien presentes. «Se originaban largas retenciones y eso obligaba a actuar a diario a la Policía o la Guardia Civil, hasta el punto de tener que cerrar sucesivas veces el camino. Hay usuarios que tardaban dos horas en volver a casa».

«Habría que ampliar el camino», sostiene Catín Torres quien, además, propone que «se adelante el control de acceso a las playas, de tal forma que, en lugar de hacerse en Sant Joan de Missa como hasta ahora, se lleve a cabo a la altura de Son Vivó. Así los coches que desoyen las indicaciones no entrarían hasta el fondo del camino y no habría tanto colapso».

Catín Torres sugiere incluso que «cabría plantear la expropiación de terrenos para habilitar una gran explanada en Sant Joan de Missa como parking, con servicios y lavabos, para que allá se dejase el coche y solo pudiera accederse a todas las playas mediante buses lanzadera».

Es una idea que «ya se planteó informalmente años atrás a la exalcaldesa Pilar Carbonero» y que ahora quiere transmitir a la nueva primera edil de la ciudad. «Le he ofrecido a ella y a la concejal que se suban un día al bus y así puedan valorar mejor cualquier iniciativa al respecto».

De hecho, desde que se implantó el bus a Macarella, «se ha ganado en seguridad y nos coordinamos mejor con los cuerpos de seguridad, sobre todo si surge cualquier problema o hay que efectuar un rescate».

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