En la Plaça Nova se han instalado dos sensores de forma experimental

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Otra medida destinada a mejorar la seguridad y el descanso de los residentes es la instalación de sensores para medir el nivel de ruidos en la calle.

El Ayuntamiento ya ha instalado cuatro sensores de manera experimental, dos en la Plaça Nova y otros dos en Sa Muradeta, y la idea ahora es invertir 15.000 euros en la adquisición de estos equipos para extender esta medida en el tiempo y «afinar más el control de la calidad ambiental» en las zonas que más molestias soportan, tanto en el casco urbano como en las urbanizaciones.

En concreto, la concejal Raquel Pericás sugiere la necesidad de disponer de estos medidores para «vigilar las zonas de ocio más conflictivas durante la temporada, especialmente en Cala en Blanes y el Lago de Cala en Bosc».

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Los sensores dispuestos estos últimos meses en el centro «ya nos han ayudado a la toma de ciertas decisiones, como el cierre temporal en verano de Sa Muradeta al tráfico o algunas quejas por ruidos que se habían suscitado en Es Pla y el casco antiguo. Nos ayudan a medir el impacto sonoro hasta que los decibelios se vuelven a situar por debajo de lo que marca la ley y entonces podemos llevarlos a otros sitios».

Al igual que las cámaras de videovigilancia, estos medidores de ruidos contribuyen a pacificar el tráfico y atenuar las molestias de la población. «Desde que los venimos usando como prueba piloto, hemos constatado que las quejas se reducen. Así que vemos necesario disponer de esta herramienda de forma permanente», razona la edil.

Aunque la intención inicial es comprar los equipos, Pericás no descarta finalmente alquilarlos, en función de la situación económica del Ayuntamiento. «Se trata de inversiones que íbamos a costear con la subida de la tasa de basuras pero, al no haberse aprobado, tendremos que esperar a que se habiliten nuevas partidas a lo largo del año».