Macià Coll, cara visible de la entidad las últimas dos décadas, emprende nuevos retos. | Katerina Pu

TW
15

Macià Coll Moll (Ciutadella, 1979) ha cerrado este martes una trayectoria de veinte años como gerente del Centre Comercial Obert Ciutadella Antiga. Ha sido la cara visible de una entidad que aúna a un centenar de comerciantes, que ha sabido dinamizar el comercio local, buscando fórmulas para potenciar el tejido comercial, en un contexto cada vez más dominado por el comercio electrónico y fenómenos como la gentrificación. Ahora, emprende nuevos retos, al frente de la Fundació Numa, Espais de Cultura.

Veinte años son muchos.

—Empecé con 25 años, tengo 45. He crecido mucho como persona, el trabajo me ha encantado y he aprendido un montón. He disfrutado de las relaciones humanas. Al principio fue complicado, había más conflictos, pero cambió y hay un buen rollo increíble. Eso hizo que, en lugar de un año, haya estado veinte. Quiero agradecerlo a los asociados y a los que han pasado por la junta directiva, en especial a los presidentes. Empezando por Pere Comella, que fue muy buen mentor al principio. Él me dijo que «no es tan importante el número de asociados, sino que todos estén bien-avenidos», y ha sido una realidad. Luego, Santi Pons, Cristina Villalonga, Jesús Llufriu, Carlos Ferrer, Paqui Casasnovas, Laura Salgado y Marta Rodríguez, la nueva presidenta.

¿Cómo fueron los inicios de CA?

—Antes de 1999 existían diferentes asociaciones comerciales, que eran muy vecinales y funcionaban bien. Nosotros nacimos de la fusión de todas ellas, dentro de la Asociación Comercial de Menorca (Ascome), en el marco de un programa europeo para no perder el comercio en los núcleos tradicionales y antiguos. Se inició la singladura de un centro comercial abierto, que no es más que los comercios de toda la vida, sin el decorado de un centro comercial cerrado, haciendo políticas conjuntas en beneficio de todos. A principios de los años 2000 nos emancipamos de Ascome.

¿Cómo ha evolucionado el comercio local estos 20 años?

—De un modo muy singular. Se ha modernizado mucho, se cuida mucho más la estética de los establecimientos, son tiendas envidiables. Es cierto que antes la mayoría de comercios estaban pensados para la gente local y que, a medida que ha crecido el turismo y, desde 2006 con la fuerza de internet, ha habido una desafección con el cliente menorquín, que es al que realmente queremos. Ahora se mira más al turista, lo hemos querido combatir, pero es muy difícil.

Hay una división.

—Es un pez que se muerde la cola, porque hace que el cliente de aquí también busque más en internet, y eso que Ciutadella es uno de los lugares de Balears con más densidad comercial en el núcleo antiguo. De hecho, el 90 por ciento del comercio abre todo el año, pero no hay pastel para todos en invierno. La vida en el centro no es espectacular, hay mucha gente en días festivos y momentos clave, pero luego está muy vacío. Por eso es importante que las instituciones entiendan que los servicios deben estar próximos al casco antiguo. Tener la Escola de Música en la Plaça de la Catedral, mueve a 500 o 600 familias, que pasean y pueden pararse en el comercio local. La peatonalización del centro histórico fue vital.

¿Por qué?

—La peatonalización ha hecho brillar el casco antiguo, pero hay que tener en cuenta la gentrificación. En Ciutadella es disonante, expulsa a gente de aquí, para que venga otra de fuera, pero es un turismo residencial estacional. Si solo vienen un mes al año, Ciutadella se convierte en un decorado.

¿Se puede hacer algo?

—Es algo que viene de Europa, pero habría que luchar para que no pueda comprar una casa quien no viva un mínimo de meses al año aquí. Mucha gente querría vivir en el centro, porque tiene encanto, es peatonal, familiarmente es cómodo; hay que caminar un poco para llegar al coche, pero no pasa nada. Pero vas a una inmobiliaria y te dicen que una casa vale 400.000 o 500.000 euros. Algo no funciona. El Ayuntamiento debería posar seny, no permitir hoteles de interior de menos de ocho o diez habitaciones. Una familia normal busca una casa de cuatro o cinco habitaciones, las susceptibles de convertirse en hotel deben ser más grandes.

¿Y el tardeo?

—Ha habido momentos que ha sido peor, pero es cierto que a medida que inyectas bares, haces que la gente huya. A todos nos gusta ir a tomar un café o una cerveza a un bar, pero si tienes un bar donde se    genera mucho tráfico de gente, que quiere divertirse, genera molestias. El Ayuntamiento debe moderar, vigilar y sancionar, en el caso de que se vulneren las normas básicas de convivencia que hay que cumplir.

¿Y el Born Peatonal?

—Si se crean un par o tres de aparcamientos nuevos, no hay duda, ni política, ni ciudadana, todos lo queremos. El problema es querer correr, el PSM dijo que si no se hacía ya, no se haría. ¿En serio no se pueden crear más aparcamientos? En Maó, en 15 años han sido capaces de hacer cinco parkings importantes y aquí solo hemos hecho uno en el OAR, que es provisional.

Han liderado muchas luchas.

—Por los patios interiores, los horarios en el casco antiguo, la falta de aparcamientos o, cuando empecé, el cambio de ordenanza de vía pública que hizo la concejal de Gobernación, por interés, porque tenía una tienda. Lo luchamos, en nuestra asociación las cosas se piensan muy bien y se ponen en común, siempre hay una visión por el bien común.

Las campañas comerciales han sido habituales. ¿Son importantes?

—Siempre han sido para llamar la atención del cliente potencial menorquín, para que el comercio arraigue en la sociedad. Y creo que se ha hecho muy bien, hay campañas que no hemos podido retirar, porque la gente las pide, como la tarjeta Sempre Guanyes, Street Art, Teatre de Butxaca, las campañas de Navidad. Y otras para acercar a los jóvenes a las tiendas.

El apunte

Illa Marquès coge el testigo en la gerencia de Ciutadella Antiga

La nueva gerente, a la izquierda, con Coll y la nueva directiva

El Centre Comercial Obert Ciutadella Antiga estrenó ayer gerente. Se trata de Illa Marquès, graduada en Diseño, que toma el relevo a Macià Coll.

La renovación del cargo tuvo lugar durante la asamblea celebrada el martes por la noche en la antigua iglesia de Sant Josep, en Ciutadella. Acto que sirvió para renovar, también, la junta directiva. La encabeza Marta Rodríguez como presidenta, quien está acompañada por Roser Seguí como vicepresidenta, Ignasi Saura en el cargo de secretario y Carlos Febrer es el nuevo tesorero. Completan el equipo Anna Bagur, Biel Bagur, Paqui Casasnovas, Maria Antònia Torrent y Quique Sintes como vocales.

El encuentro fue emotivo. Los asistentes quisieron agradecer la labor desempeñada por Macià Coll a lo largo de las últimas dos décadas y le hicieron entrega de un presente.