El accidente de la carretera de Fornells supuso la muerte en el acto de la copiloto y un mes después, del conductor | Javier Coll

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Conxa Morlà, mallorquina de 66 años de edad, perdió la vida el 14 de diciembre de hace dos años, a primera hora de la tarde, en el kilómetro 17,5 de la carretera de Fornells. Fue después de un choque frontal cuando circulaba de copiloto junto a su marido. La mujer, que fallecería en el acto, es la última víctima mortal que han registrado las carreteras interurbanas menorquinas desde entonces. Su pareja, Jaume March, que fuera alto cargo de la Conselleria de Educación del Govern, también fallecería tres semanas después en el Hospital de Son Espases por la secuelas del accidente, aunque su caso ya no se computa en la estadística.

Aquel 2018 sería un año fatídico en cuanto a la siniestralidad se refiere, ya que se contabilizaron hasta cinco fallecidos en accidentes de la red viaria interurbana insular, la segunda cifra más elevada desde los 11 de 2008. Desde entonces, sin embargo, transcurridos dos años y medio mes más, no ha habido que lamentar nuevos incidentes mortales en carretera y solo uno en vías urbanas. Fue también el de una mujer de 72 años de edad, ocurrido el 5 de marzo de 2019 en la urbanización de Cala en Bosc, en Ciutadella.

En los últimos seis años el número de víctimas mortales en Menorca se halla felizmente estancado en las 10 en carretera, la mitad de ellas ocurridas en 2018, y en otras 4 en las vías urbanas, incluyendo entre estas un peatón de 83 años, atropellado en la Vía de Ronda de Maó en julio de 2019. Las estadísticas oficiales de la Guardia Civil de Tráfico solo registran como fallecidos en accidente las muertes que se producen dentro de las 24 horas siguientes al siniestro. En estos seis años se han contabilizado 96 heridos graves y 610 heridos leves en un total de 1.456 accidentes.

243 siniestros al año de media

El apreciable descenso de los fatales desenlaces en las carreteras se ha producido por una serie de factores que lo justifican. El año recién finalizado ha sido completamente anormal por las razones obvias. La influencia de la pandemia con el confinamiento y el toque de queda ha reducido el tráfico de manera considerable. Ha habido menos movilidad en la época estival y consecuentemente menos accidentes. Hasta el pasado 30 de diciembre se habían contabilizado 170, cuando la media anual de accidentes en Menorca en el último lustro era de 257. En 2020 solo han habido 8 heridos graves, 59 leves y 283 ilesos. La media anual de incidentes ha bajado a 243 desde 2015.

Los otros factores que explicarían en parte la ausencia de víctimas mortales en los dos últimos años obedecen a una mejor dotación de recursos técnicos para los guardias civiles del destacamento de Tráfico de la Isla, que comanda el brigada Miguel Pareja, y un mayor esfuerzo del personal disponible.

Pese a que se mantienen varias plazas vacantes sin cubrir en el destacamento, se han reiterado los controles de velocidad, drogas y alcoholemia, aún con menos agentes en cada uno de ellos. La disponibilidad del aparato velolaser que llevan normalmente las parejas de motoristas de la Benemérita permite reducir el número de efectivos y vehículos que antes eran necesarios para los controles de velocidad.

Este último año al suprimirse las fiestas patronales, la Guardia Civil, en muchos casos, ha cambiado los controles nocturnos de los sábados por los del domingo por la tarde y su presencia en las cunetas de la red viaria insular siempre eleva la concentración y la responsabilidad de los conductores.