Con media hora de retraso sobre el horario previsto, a las 21 horas daba comienzo la celebración del esperado jaleo | Gemma Andreu

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Calor, menos que en los últimos días, pero mucho calor, y como no, mucha fiesta también este sábado en Llucmaçanes. Sant Gaietà 2017 ya está en marcha. El tradicional repique de campanas y la salida de los gegants locales al son del ritmo marcado por la Banda de Música de Maó dio el pistoletazo de salida a las fiestas, que cumplieron, puntualmente, con el primer toque de fabiol, que una vez más hizo sonar Víctor Pons tras pedir el pertinente permiso.

Fue en el local de la asociación de vecinos, donde uno de sus miembros, Rosa Mir, entregó la bandera al caixer fadrí, Carlos Álvarez. Poco después, la alcaldesa de Maó, Conxa Juanola, hacía lo propio con el bastón de mando, que otorgó a la caixera batlessa, cargo que este año desempeña Esther Parpal.

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Como siempre, un acto emotivo, pero en esta ocasión más de lo habitual. Y es que la figura del que fuera presidente de la asociación vecinal, Francisco Pons Olives, fallecido hace un mes, estuvo muy presente durante la fiesta. Como homenaje, los caixers portaron un lazo blanco en sus levitas como homenaje, mientras que la bandera con el escudo de Llucmaçanes lució un crespón negro en señal de luto.

Con la qualcada preparada para meterse de lleno en la fiesta, tras formarse por completo y recorrer las céntricas calles se dirigió a la iglesia para la celebración de las completes. Un acto religioso oficiado por el caixer capellà, Joan Tutzó, quien este año además ha desempeñado el papel de pregonero.

Con media hora de retraso, cuando el reloj marcaba las 21 horas, comenzaban a sonar las primeras notas del jaleo con una larga noche de fiesta por delante.