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Ya no es lo que era, pero aún así la White Party de Sant Lluís sigue siendo algo muy grande. La prueba de ello es que, por muy temporada alta que sea, no es fácil que un evento logre reunir a 2.500 personas frente a un escenario. Y el Centre Cultural i Esportiu de Sant Lluís (CCE), sus organizadores, lo volvieron a conseguir el pasado martes.

Una cita la White Party que con el paso del tiempo se ha convertido en todo un clásico del verano menorquín, una fiesta cuyo éxito, en sus inicios, cogió totalmente por sorpresa a los organizadores, al frente ya de siete ediciones. Rememora José María Vidal Gomila, uno de los miembros del CCE, como en la primera edición, cuando se hubieran conformado con medio millar de asistentes, la cifra se fue a los «dos mil y pico». Un número que siguió creciendo y que llegó a rebasar la frontera de los 3.000 asistentes en el entorno de uno de los puntos más céntricos de la población, el Pla de sa Creu.

La fama de la White Party creció tanto que llegó el momento que se tuvieron que tomar algunas medidas por cuestiones de seguridad. El centro del pueblo se había quedado pequeño, y hace un tiempo la fiesta se trasladó al aparcamiento del campo municipal de Ses Canaletes. Desde la organización reconocen que el cambio de ubicación se ha traducido «en una pérdida de encanto».

Sin embargo, tal y como apunta Vidal Gomila «sigue funcionando muy bien», a pesar de que cada vez existe «más competencia» en la organización de eventos similares con el blanco como protagonista. Otra de las bazas en contra es la reducción del horario de fiesta (hasta las 2.30 de la mañana) por la proximidad del geriátrico municipal.

No obstante, todo apunta a que habrá White Party en Sant Lluís para largo. «Intentamos ir cambiando algunas cosas», dicen los organizadores, la más notable de los dos últimos años ha sido el fichaje del DJ Kike Sastre tomando el relevo en los platos de DJ Chicha. Se trata de una fiesta en la que la invitación a ir vestido de blanco, algo con lo que cumplen más o menos el 90 por ciento de los asistentes, no es la única peculiaridad. La White Party es conocida también porque en ella hay un público muy familiar, en ella conviven diferentes generaciones, en algunos casos padres e hijos.

Una característica que hace de la cita «un verdadero reto a la hora de pinchar», explica Sastre. «Siempre apuesto por poner lo que veo que se baila más: perreo para los más jóvenes y éxitos de los 70 y 80 para los mayores». Lo que parece claro es que el ritmo del reguetón en los tiempos que corren es imparable y «Azukita» de Steve Aoki fue el tema más solicitado. Eso sí, hay canciones que, independientemente de la edad, hicieron bailar a todas las generaciones: «Las apuestas de ABBA y AC/DC son un valor seguro en ese sentido», explica el pinchadiscos.