Un ‘Ascot’ a la menorquina

«Me lo pasé tan bien en la primera edición que aquí estoy de nuevo», confiesa la escritora, periodista y presentadora de televisión Nuria Roca, una de las invitadas VIP que ha repetido este año. «Fuera de Menorca ya se está empezando a escuchar hablar de Hats & Horses, la gente tiene curiosidad y eso es bueno para poder mostrar Menorca de una forma diferente... Le auguro muchos años ha este evento», vaticina Roca.

Su pareja, Juan del Val, también ha regresado a la cita. El escritor, que está viviendo un momento muy dulce en su carrera gracias al éxito de su última novela, «Candela», sostiene que «Menorca es un sitio que merece la pena conocer», por lo que cualquier cosa que se haga para promocionar una tierra con la que tiene vínculos familiares «es fantástico». Periodista de profesión, Del Val se confiesa como un gran observador: «Estoy viendo cosas que me pueden servir», explica sin descartar que haya algún «guiño» a Hats & Horses en sus futuras historias de ficción.

Entre los famosos que se han estrenado este año en la fiesta figura Carla Royo-Villanova, experta en moda y empresaria, quien reconoce que siempre es un placer volver a Menorca. «Al final todos los eventos son muy parecidos, es por eso que me resulta muy interesante el toque diferente y de glamour de Hats & Horses». La pareja de Kubrat de Bulgaria sostiene que encuentros como el que se celebró ayer «no solo dan a conocer un destino, sino que ayudan a crear sinergias entre diferentes sectores dentro del turismo».

En esa misma línea se pronuncia otro de los invitados a la cita famoso por su presencia en la prensa rosa, el empresario hotelero Erique Solís . «Es muy importante en España en general, y en Baleares en particular, una región que vive del turismo, intentar adelantar el verano para atraer gente», opina el hijo de Carmen Tello.

Una fiesta que busca el buen tiempo primaveral de la Isla, aunque en esta ocasión los organizadores se llevaron un susto con las fuertes lluvias del viernes. Por suerte, el sol lució con intensidad en una jornada por otra parte ventosa, en la que los invitados tuvieron que emplearse a fondo para poder aguantar los sombreros sobre la cabeza.