El obispo emérito Javier Salinas presidió ayer tarde la Misa Crismal en la Catedral de Menorca. | Gemma Andreu

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El obispo emérito auxiliar de Valencia, Javier Salinas, presidió ayer tarde una concurrida Misa Crismal en la Catedral de Ciutadella.

Es una de las celebraciones litúrgicas con mayor sentido y contenido diocesano de la Semana Santa al reunir prácticamente todos los sacerdotes de Menorca, que encabezó el obispo electo, Gerard Villalonga, junto con seglares y las personas de vida consagrada de la Diócesis. En esta Eucaristía, que tiene lugar el Miércoles Santo, fue consagrado el Santo Crisma y fueron bendecidos los óleos para los catecúmenos y los enfermos.

La Misa Crismal constituye, también, una de las principales manifestaciones de la plenitud sacerdotal. Tras la reforma litúrgica posterior al Concilio Vaticano II, uno de los ritos incluidos en esta celebración consiste en la renovación de las promesas sacerdotales. Después de la homilía, en lugar de pronunciarse el Credo, el obispo Salinas invitó a los presbíteros a prometer, de forma solemne, unirse más a Cristo, ser sus fieles ministros; renovando su consagración a Cristo y plena dedicación a la Iglesia. Los sacerdotes afirman así su vocación y su compromiso de servicio al pueblo de Dios.

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Fieles al ministerio apostólico

En la homilía, Javier Salinas manifestó que «celebramos la Misa Crismal en la víspera de la Pascua, porque allí está el corazón de nuestra fe, y lo hacemos en la proximidad de la ordenación de vuestro obispo diocesano, que será quien presidirá esta Eucaristía».

Salinas pidió «una oración por el obispo, por mí en este caso, y por el que será vuestro obispo, Gerard, para que, fieles al ministerio apostólico que el Señor nos ha confiado, seamos imagen, cada vez más viva y perfecta, de Cristo sacerdote, buen pastor, maestro y siervo de todos. Esta oración es necesaria, porque nadie que ha sido llamado al ministerio apostólico puede atribuirse méritos, sino caminar con humildad en pos de Cristo para el pueblo de Dios».