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El Club Esportiu Mercadal ha sido el indiscutible triunfador menorquín de una temporada más bien discreta en el grupo balear de la Tercera División. Le habría bastado una pizca más de determinación en partidos puntuales una vez advertida la capacidad del equipo como tal en esta Liga para haber peleado hasta el final por la disputa de un play-off de ascenso que habría roto moldes en la céntrica localidad insular.

Identificar a los responsables del éxito resulta sencillo: Damià Torres, el presidente saliente que quedará en los anales de la historia del club por haber estado al frente del ascenso, su entusiasta y constante equipo directivo y, claro está, el entrenador, Yerai Rodríguez.

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A este joven canario abrazado al profesionalismo modesto en otra Isla distinta a la de su origen le aguarda un futuro espléndido si continúa por estos derroteros y corrige algunas reacciones viscerales en sus primeras manifestaciones tras los partidos. Conocedor del potencial que tuvo en Ciutadella el pasado año, aprovechó la triste coyuntura de su anterior club para convencer uno a uno a muchos de sus ex futbolistas y reclutarlos hacia el nuevo proyecto en Sant Martí. En su manejo del grupo, en su destreza para conectarlo al objetivo común sin que ambas cualidades se hayan visto afectadas por alguna que otra reprimenda pública descansa gran parte del excelente balance de la Liga. Es lo que viene a llamarse la buena química del vestuario, que aderezada con dosis de calidad necesarias se traduce normalmente en buenos resultados. El Mercadal reúne ese talento en el campo y la armonía del grupo salta a la vista.

La celebración de los goles ante el Constància, por ejemplo, con la composición de una piña entre jugadores y técnicos revela la existencia de una sintonía idónea que explica el mejor año en la larga existencia de la entidad mercadalense.