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La reunión anual de los accionistas del Menorca Bàsquet resultó, el pasado jueves, una plácida sesión para los máximos responsables de la SAD. Fue la más concurrida desde que la entidad deportiva se transformara en Sociedad Anónima, pero también la más plana, salvo los amenos requiebros que deslizó el exquisito hombre de los números, Antoni Sintes, en la elaborada exposición de un balance tan complejo en su interpretación como lánguido en su seguimiento.

La acertada puesta en escena elegida por los ejecutivos del club trasladando la sesión a una sala confortable en el Club Marítimo en lugar del gélido Pavelló derivó en una mayor afluencia de acciones representadas y personas.

El Consejo sacó adelante, prácticamente, con un 100 por 100 de los votos emitidos, los ocho puntos del orden del día, incluida la ampliación del capital social por una suma de 2.500.000 euros.

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Hubo una plausible transparencia informativa, claridad en cuantos tomaron la palabra –Benito Reynés, Oriol Humet, Antoni Sintes y el abogado, Román Gómez– e incluso, invitaciones directas para quien quisiera comprobar cualquier documento relativo a la deuda neta fijada en un millón de euros.

Como consecuencia, hay que aplaudir la gestión del último año del consejo que preside Benito Reynés por su balance deportivo -extraordinario desde cualquier punto de vista- y económico -notable a la vista de la reducción del pasivo del ejercicio anterior, en dos millones de euros hasta situarlo en 5,1.

Pero, siendo como era el foro adecuado para conocer todas las cuestiones que generan debate e inquietud en el entorno de la primera entidad de la Isla resultó decepcionante la falta absoluta de debate. Ni una sola cuestión surgió desde la platea en el visto y no visto capítulo de ruegos y preguntas. Crédito ilimitado, por tanto, para Reynés y sus hombres.