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En algunas ocasiones me propongo un pulso en toda regla con la desorganización que se ha ido abriendo camino en una habitación de la casa que con un sinfín de libros de todo tipo, algunos estantes y recuerdos varios, le llamamos con todo el cariño del mundo "el despacho". Desde este lugar nacen la mayoría de creaciones que el 'trivote' que forman la alineación del equipo de 'El clan…' (Carmen, Tere y Rafa, vaya tres…) y que gesta con mayor o menor fortuna los artículos que a través de menorca.info llegan hasta todos los lectores en general y a nuestros seguidores en concreto, un número de amigos en su mayoría que después somos objeto de broma en torno al tema escogido. Son, unos y otros, esa inyección en vena que necesita a la fuerza todo escribidor que tarde o temprano se ha formulado la pregunta del millón de dólares: ¿Quién o quiénes me deben estar leyendo?

Si pregonamos a los cuatro vientos, aunque en Menorca por aquello de ser una isla parece que hubiera el doble, que un medio de comunicación debe informar, entretener y fomentar la participación, hemos encontrado nuestra cuadrícula perfecta en el entretenimiento y nos encanta –aquí el ego cabalga desbocado sin poder detenerlo– saber que al finalizar este proceso informativo y/o de comunicación, las normas han seguido su proceso normal. ¿Finalizar? ¿He dicho finalizar?

Desde que tengo uso de razón, me he pasado la vida esperando 'finalizar' algo y este compás de espera que ha venido rodeando esta circunstancia siempre –o más o menos siempre– envuelto en un ambiente de deseo e ilusión comparable única y exclusivamente con un proceso evolutivo de la vida misma, es decir, termina uno y empieza otro, termina éste y ya iniciamos uno de nuevo... una cadena cuyos eslabones están escritos con ilusión porque son fotogramas de nuestra vida y que luego, más tarde, nos encanta comentar y reírnos al compartir esas escenas con nuestros más allegados.

Esperar a finalizar la que fuera EGB para ir al Ramis y encontrarme en las clases con pupitres con faldas, que finalizara la semana de entrenamientos para que llegara el 'fin-de' y la hora del partido, que finalizara la semana y poder gozar de 'la nada' como eje central del sábado y domingo, que finalizaran esos cinco días porque los dos siguientes la podría ver a ella, primer amor de juventud, finalizar mi adolescencia porque me permitiría los benditos dieciocho para tener carnet de conducir, finalizar las horas de estudio o trabajo y poder pasear en coche y con un poco de suerte, en su compañía, encontrar un lugar oscuro donde poder dar rienda suelta a la pasión, finalizar los estudios y ponerme a trabajar, terminar ese trabajo que se ha convertido en una carga y apostar por otro radicalmente opuesta al que llevabas a cabo hasta ese momento, finalizar noviazgo e iniciar tu vida matrimonial, finalizar con tu nombre de pila y pasar a ser reconocido como 'papá' o 'mamá', finalizar esa relación en corto con tus hijos para verlos volar con los mismos argumentos que tenías tú y que ahora enjuicias con la potestad que te otorgan las canas… pero de repente ocurre lo inevitable…

Final y fin son dos palabras que tienen en común dos cosas: tres letras y que puestas en las escenas de nuestra vida, producen sentimientos antagónicos… porque la vida es un viaje en tren, con sus vagones y estaciones y vas conociendo personas que se suben al mismo que el tuyo y otros en anteriores y otras en posteriores. Y como la vida tiene estas incongruencias en sus reglas, alzas la cabeza para mirar adelante y atrás y… ¡Jolín, Pedro ya no está!, ¡Ostras, María subió hace dos estaciones y tampoco la veo!... y entramos a rellenar otra cuadrícula del tablero de nuestras vidas y lo hacemos con la palabra 'fin', pero esta no tiene ni billete de trasbordo ni de vuelta y tampoco tiene motivos para la alegría…

Paradójicamente finaliza el año 2011, que dará paso a un inquietante y expectante 2012… jugamos de nuevo con tres letras en común (fin), dos díscolas que no sabemos muy bien a qué juegan (al), y un guarismo por otro (1 por 2). Por tanto se detuvo el vagón para repostar unos instantes. Hay quien subió y quién lo abandonó. A través de las ventanas, despacio, muy despacio, el paisaje se mueve en la que es la primera mentira: nos movemos nosotros. Según nuestras creencias meditaremos, reflexionaremos e incluso oraremos para que nuestras decisiones lleguen con valor y valentía al lugar cuyo rumbo fijamos el 2011 para un 2012 en el que apostamos a caballo ganador hasta nuestro último centavo y llegarán alturas y llanos, brillos solares, nubarrones, lluvias y tormentas, sonrisas y lágrimas, discusiones y disputas que desembocan en reconciliaciones de 'traca y mocador'… ¡Ya está ! ¡Ya lo tengo! ¡Tengo la fórmula de la ecuación!

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Carmen, Tere y Rafa (las raíces de Fito y Niní). El Clan de los Ayala os felicita en clave de AMOR, sí, por favor, AMOR en mayúsculas.