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A la tendencia compulsiva de acumular trastos u objetos inútiles, hasta el extremo de recoger basura, ha recibido el nombre de síndrome de Diógenes, a pesar de este filósofo de la Antigua Grecia, predicó una vida austera y sin posesiones.

No siempre es fácil desprenderse de todos aquellos objetos que vamos adquiriendo a lo largo del tiempo que ya han perdido su utilidad o han envejecido. Y la mayoría de nosotros vamos conservando ropa, libros, artilugios, trastos que sabemos que no emplearemos nunca más, pero por si acaso ... y vamos ocupando nuestro espacio doméstico de cantidad de cosas inútiles que estorban y que en el mejor de los casos hay que ordenar y limpiar.

Quién no ha experimentado nunca el pesar que provoca eliminar y tirar cantidad de objetos acumulados a lo largo de toda una vida para alguno de nuestros difuntos familiares? A la vez que pone en evidencia esta acumulación inútil.

Pues toda esta acumulación estéril en la isla del Rey adquiere un rango edificante y fructífero.

En la isla llegan cantidad de utensilios, herramientas, mobiliario, grabados, pinturas, libros, estampas, que ya habían adquirido la categoría de cachivaches o trastos, y que habían quedado arrinconadas en el desván, en los porches, o escondidas en armarios y cajoneras y de repente ganan aquí una nueva vida, vuelven a tener visibilidad y un nuevo sentido.

Una elegante y ordenada biblioteca ha creado raíz de donaciones procedentes de familiares desaparecidos.

Aquel orinal antiguo escondido detrás un porche, ahora en una sala de la isla adquiere un gran protagonismo, y todo aquel instrumental quirúrgico de un médico retirado o aquel antiguo aparato de rayos X que sólo estorbaba aquí vuelve a tener relevancia histórica.

Una maleta antigua llena de recuerdos pero ya condenada y fuera de la vista, ahora, aquí, en una de las salas transmite el coraje y la nostalgia de muchos emigrantes.

Todas aquellas lindas cajitas metálicas de colores diversos que nos da pena tirar, aquí en una vitrina en la sala de la farmacia, lucen el paso del tiempo.

Una rueda dentada, una biela, una manivela, una bomba, un gancho y una espiral infinita, oxidadas y desahuciadas, tras una larga y voluntaria dedicación para lavarles la cara, ahora forman parte de un collage estrambótico a mayor gloria del ingenio tecnológico.

Incluso un sentenciado ataúd de bronce, recupera un sentido último exhibida en la sala de autopsias.

Bueno, seguramente detrás del síndrome de Diógenes habría la determinación o convencimiento de que todo, incluso la inmundicia, siempre puede tener una última oportunidad, y sería una reacción a la tendencia omnipresente en la actualidad de usar y tirar, consumimos y tiramos, consumimos y tiramos, un derroche escandaloso e insostenible.

Incluso los mismos voluntarios y voluntarias de la isla del Rey, ya muchos de ellos retirados y envejecidos, estamos aquí haciendo un último servicio a la comunidad sin ánimo de lucro, siempre queda una última oportunidad. Aún no estorbamos.

Anton Soler i Ferrater
Voluntari Illa del Rei i metge retirat