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Hoy se conmemora el Día Internacional de la Mujer, una jornada que todavía sirve para señalar lo lejos que está la equiparación del hombre y la mujer en múltiples ámbitos. Las diferencias son evidentes en muchos países y culturas, incluso con aspectos vejatorios para la condición y la dignidad femeninas, como confirman las distintas escalas salariales.

Las asignaciones previas de los roles, fruto de una educación que se muestra reacia a romper corrientes seculares, sigue demasiado presente en la vida cotidiana, también en las sociedades occidentales.

La jornada que se celebra hoy, más allá del ámbito de la reivindicación laboral inicial, nos interpela sobre la situación de millones de mujeres sometidas a la sumisión, privadas del acceso a la cultura y a la educación en igualdad de condiciones que los hombres. A pesar de los avances conseguidos, persisten estereotipos del pasado entre amplias capas de la juventud española. La violencia de género constituye una prolongación más del machismo.

Queda mucho por hacer para lograr que sea innecesario este Día Internacional, hasta que en lugar de hombres y mujeres hablemos de personas.