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Algunas leyes llegan a ser muy populares gracias a su repercusión en la vida de la gente. Podríamos citar, por ejemplo: la ley de Murphy, la ley del Talión o la ley Seca.

Un caso aparte es la ley de la Gravedad, que como su propio nombre indica, "de cuanto más arriba te caes, mucho peor". Y la ley del Mínimo Esfuerzo, que parece que va a ser reformada dentro de poco.

En el pasado, muchos jóvenes no estudiaban y preferían vivir la noche, generosamente subvencionados por sus padres. Como estos, se lo daban todo hecho, el sudor dejó paso al desodorante y el esfuerzo al botellón. Era la fiesta permanente, la borrachera del consumismo y la amnesia de todo lo demás. Las antiguas obligaciones fueron cayendo en el olvido. Eso sí, cuando les reprochabas algo, te leían sus derechos, como la policía.

Pero toda la sociedad parecía regida por una misma ley: haz lo mínimo, pide lo máximo. La gente se fue acostumbrando a los trabajos a medias, a las chapuzas, al beneficio rápido con un mínimo coste. Era fácil dar un pelotazo: ganabas lo mismo que un obrero durante años, ¡y en cuestión de pocas horas!

Y claro, en ese caldo de cultivo, donde el dinero era abundante y el crédito más fácil cada día, la cosa se relajó bastante. Dejamos de buscar la excelencia y pensamos que con cumplir los "servicios mínimos" era suficiente. Ahora nos dicen que no somos productivos. Que tenemos poco que ofrecer y que la competencia es muy dura. No es lo mismo, tener un monopolio y vivir de rentas, que estar en un mercado global donde la clientela compra lo que le parece, allí donde se lo ofrecen en mejores condiciones.

…Alicia volvió a caer en un profundo sueño y cuando se despertó, de repente, vio pasar al Conejo Blanco con su reloj digital, que corría cada vez más aprisa.

- ¿Se puede saber adonde vas tan estresado? – inquirió la niña, todavía medio adormilada.

- No hay tiempo que perder, tengo un trabajo a medias y necesito dejarlo listo y bien acabado cuanto antes. Hay que ser exigente con uno mismo.

- ¿Y qué trabajo es ese, que requiere tanta prisa y dedicación? ¿No puedes dejarlo para mañana?

-Mañana será tarde. Ya tengo otro encargo… - y seguía caminando a grandes zancadas mientras contestaba.

Alicia lo perdió de vista, pero se quedó asombrada recordando aquel extraño episodio.

- Trabajo bien hecho…ser exigente con uno mismo - repitió en voz alta. ¡Eso sí que sería el País de las Maravillas!