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Menuda suerte, campeones del mundo. Así como se lee, y casi sin despeinarse. Cuando parecía que España, en todos los sentidos, se estaba yendo a pique, ¡Zas! Ni crisis, ni desempleo, ni maldición de cuartos de final. Vaya alegría que nos dieron el pasado domingo ese ejército de jugones, de ingenieros del esférico, de patriotas futboleros. Hasta el más independiente de todos se sintió orgulloso y, si me apuran, español, aunque sólo fuera para poder apuntarse a la celebración. El ser humano es así.

Pero viendo el partido con mis amigos me llamó mucho la atención el comportamiento del rival, de Holanda. Cuando parecía que era la única que podía arrebatarnos el cetro mundial gracias al buen juego exhibido hasta el momento, van y se le cruzan los cables. No se cansaron de hostiar a cuanto español pasaba por su camino. Parecían talibanes en su particular cruzada contra la paella, la sangría y el pulpo. Tipical Spanish, digo. Encabronados como estaban era como si más que ganar el Mundial se quisieran vengar de los Tercios de Flandes. Pobres, sacaron a su equipo titular de kick-boxing, en lugar del de fútbol.

Pero al final resultó que ganamos. Más sobrados de lo previsto. Es verdad, todavía quedaban tres minutos de prórroga y eso, para un español, es un mundo. Si no que se lo pregunten a un albañil que en cinco minutos lo mismo te plancha una pared que te pinta una camisa. O todo lo contrario. Andrés Iniesta, el pequeño Don Quijote de Fuentealbilla tuvo la sangre fría de controlar un balón que muchos hubiéramos fallado y cruzó a la perfección ante el portero holandés de cuyo nombre no quiero acordarme. Gol y delirio. Como hay crisis se brindó con Coca Cola y 'Pesi' de esa que anuncia Fernando Torres. Y ya en el puerto se cambiaron los cubatas por la cerveza, que está más fresquita.

Pero la celebración no fue completa. Era domingo y muy tarde. Algunos, los afortunados, los que todavía tienen trabajo, se tuvieron que ir a casa. Los que no tienen quizás alargaron un rato más los cánticos, logrando abstenerse por un rato de todos los calvarios que esperaban en casa. Me alegro por ese rato en el que fueron felices. Una pena que cuando se despertaron volvía a ser lunes y los políticos no habían solucionado nada. En eso seguimos sin ser campeones del mundo, ni tenemos al mejor equipo.

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dgelabertpetrus@gmail.com