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He leído estos días una descripción de comportamientos sociales, muy frecuentes actualmente, que definen con precisión varios de los valores preferidos.

"Qué es los que vemos a menudo en nuestro mundo", se pregunta el autor del comentario. Se responde: "Afán de poder, ganas de figurar. Luchas por conseguir pasar delante de los demás. Codazos para salir en la foto. Utilización de técnicas publicitarias: se trata de vender la imagen... Cortar de cuajo cualquier posibilidad de discrepancia. Esconder información... por el bien de todos, claro está... Crear dependencia dando como favor aquello que ya corresponde por derecho..."
Esta descripción debería impulsarnos a todos a la reflexión.

Los comportamientos señalados antes no son valores; al contrario, son contravalores, merecedores de ser rechazados plenamente y excluidos de las conductas que corresponden a personas y sociedades adultas.

El Evangelio contrapone como valor esencial: el servicio al bien común, desde el respeto a todos.