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La verdad es que no, no todo lo que cae del cielo es gratificante. Los desprendimientos de trozos de cornisas y demás elementos procedentes de determinadas viviendas suelen ir de acuerdo con los cambios estacionales. Recalentamientos por excesivas temperaturas, lluvias copiosas o vientos más fuertes de lo normal invitan a que el azar nos juegue malas pasadas si es que tenemos la mala suerte de servir de paraguas en esos instantes. Pero ojito que tampoco debemos echarle toda la culpa al azar y a los elementos propios de la naturaleza. Muchas de las viviendas de Menorca, especialmente las "casas típicas", esas de dos o tres plantas, se encuentran muchas de ellas en estado de pleno abandono sin que por sus dueños se haya llevado a cabo reforma ni mantenimiento alguno. Desconozco si existe alguna normativa que obligue a los propietarios de esas viviendas a realizar mantenimientos periódicos –no lavados de cara que es lo que suele hacerse- o si son las autoridades competentes quienes deben tomar serias cartas ante tanto abandono. Bastante inseguros vamos ya por esta vida, cabizbajos pensando en nuestros problemas terrenales, para que cuando se nos ocurre mirar hacia arriba, se nos caiga el mundo a pedazos. ¡Clotellada a tanto consciente abandono!