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Según mis apuntes, con los cuales me familiaricé de la mano del mecánico de las motoras, a pesar de su carencia en temas genealógicos, tenía la intuición, de que el primer corsario menorquín, que se había hecho a la mar, debió ser un antepasado de su línea materna, por la rama Tudurí, añadiendo... allò va ser gent bragada a la mar.

Parece ser, que las anotaciones se las proporcionó un senyor de lloc muy enterado, a la vez que documentado, de la cultura marítima de las Baleares. Gori, me comentaba, que mientras le enseñaba a conducir, camino de la finca, hablaban más de bergantines y calafates que de cambios de marcha.

No obstante, y como en mi es costumbre, he acudido a consultar archivos i papers antics y efectivamente, se me confirma, que el 15 de abril de 1793, se hizo a la mar el jabeque Es Gall, siendo su matrícula, el 92, y su inscripción Nuestra Señora del Carmen, al mando del patrón Pedro José Tudurí.

Características: Embarcación de 31 toneladas, tripulado por 37 varones, portador de 2 cañones de hierro. Dirigiéndose rumbo a Cerdeña, regresando por la costa africana.
Prosigue el cronista, que el 27 de abril, salió la fragata Virgen del Rosario de 179 toneladas, número 179 de la matrícula de Mahón, artillada con 18 cañones, calibre de a 6, de a 4, de a 3 y portadora de 2 obuses. Se la conocía como El Gavilán. La mandaba. el capitán Ricard Rowls, oriundo de Inglaterra, con 134 hombres que componían la dotación. Durante cuatro meses navegó infructuosamente la costa francesa, italiana y la Berbería. Los comentarios de los entendidos en el tema del corso decían que la mayoría de hombres que habían embarcado, eran una pandilla de vagos e inútiles.

Según, anotaciones fidedignas, el armador de este corsario fue Francisco Mercadal, que invirtió 272.000 reales de vellón. No hubo suerte, esta fragata no hizo presa alguna a causa de la real orden que prohibía a los particulares capturar bastimentos neutrales, quedando arruinado, no deseaba desarmar el barco pidiendo el 12 de septiembre del siguiente año, fuera agregado al servicio de la Armada para convoyar a los mercantes de la isla que hacían el tráfico de granos a los puertos de África, o a las embarcaciones destinadas al transporte de tropas.

El tercero que zarpó del puerto mahonés, para hacer el corso en aguas de Córcega, el Genovesano y costas de la Toscana, fue el laud 49, San Fernando, y san Antonio comandado por el capitán don Juan Victory, llevando a bordo 26 hombres. Desplazaba 6 toneladas y montaba una pieza de a 2. Tiro amarras el 1º de mayo , regresando el 28 con una tartana francesa, la santa Ana, con carga de sal, que apresó al salir de Tolón y trayendo la nueva, que le noticiaron en San Remo, de que el patrón Rafael Vanrell, de la fragata mahonesa San Buenaventura, había sido capturado por un pequeño corsario francés y que su tripulación se hallaba prisionera de guerra en Marsella.

Muy aplaudida, fue la primera salida de aquel capitán, capturando siete presas en la costa francesa, teniendo que abandonar a cinco al ser perseguido por corsarios de mayor porte y otra cargada de leña de la que se había apoderado nueve días antes, hubo de enviarla a Barcelona.

El 26 de agosto entraron en Mahón dos tartanas de pesca capturadas cerca de Tolón con 17 prisioneros, tripulantes de ambas.

El último de los corsarios armados en 1793 contra franceses fue el Terrible Vencedor, bergantín redondo de porte de 130 toneladas siendo su número de matrícula de nuestro puerto el 173, cuyo mando se dio al capitán don Pablo Selleras, nacido en Ibiza.

Artillado con dos cañones de a 2, dos de a 8, ocho de a 4. Dos obuses y ocho pedreros y con una dotación de 90 plazas. El 17 de mayo se hallaba despachado y pronto para dar a la mar y practicar el corso a Calabria y costas de Nápoles.

Más buques corsarios se hubieran alistado en Mahón por entonces, informaba el Ministro de Hacienda de Marina destinado en este puerto. D. Antonio Pons y Guillen, pero la falta de hombres de mar y la escasez de artillería en los Reales Almacenes de la isla impidieron otros armamentos.

A propósito de los jabeques, creo oportuno hacer una pequeña descripción, tras haber sido solicitado por unos amigos del mar, que desconocen cual fue su función.

El jabeque era una embarcación de madera al igual que cualquier otra, portadora de una vela en forma triangular, con la cual se podía navegar, como dicen los jóvenes, de manera auxiliar.

A finales del siglo XVII, los corsarios magrebíes que los venían usando, decidieron modificar la estructura del jabeque suprimiendo los remos, alargando el casco, fácil para elaborar difíciles maniobras y de poco calado, con tres mástiles que llevaban según como aparejo velas triangulares. Según aclara el diccionario, lo más característico era la inclinación hacia delante del palo de trinquete.

No se puede hablar de jabeques y dejar de citar a Antonio Barceló, quien ordenó la clasificación de los mismos, estos se distinguían de 680 toneladas y 38 cañones, llamados Grandes. Los Medianos de 420 toneladas y un armamento similar y los pequeños de 275 toneladas y 20 cañones.

Fueron los corsarios provinentes de Argelia y Túnez , en sus incursiones por el Mediterráneo, quienes sembraban el terror de las poblaciones costeras.

En semanas venideras, intentaré escribir y transcribir sobre este interesante a la vez que apasionante tema. Tal como dice el reverendo padre Macián, hay que dar gracias a Dios que nos otorga el privilegio de la inspiración frente la escritura y a nuestros mayores que tantos testimonios nos dejaron, entre ellos alguien tan especial y al que conocí en el garaje de Gori, como fue Juan Llabres Bernal, Déu el tengui a la seva glòria.