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Se dirigía con paso decidido hacia el exclusivo club "Els quatre moixos", donde iba a tener lugar la ansiada cena de fin de año; el baile posterior, amenizado por la orquesta local "Menor Quin Band" y el tradicional discurso de su plúmbeo presidente.

Todavía no se explicaba cómo lo habían admitido: - No debe ser tan exclusivo – pensó para sus adentros, mientras caminaba y meditaba al mismo tiempo. Por su cabeza corrían extrañas y deslavazadas ideas:

- Un año parece mucho, pero si lo miramos en términos geológicos, es apenas un suspiro que se disipa como el humo en un día ventoso. Parece lejana ya, la Edad de la Abundancia, que algunos llamaron "de la Obesidad", y según todos los expertos, nos hallamos al final de la Era del Ladrillo. ¿De qué va a vivir la gente ahora? ¿Cómo nos forraremos, comprando a un precio y vendiendo por el doble? Si miras hacia atrás, has vivido un año más. Pero si miras hacia adelante, te queda un año menos. Aprovecha cada minuto de tu vida. Si tenemos sed, vemos la botella medio vacía; todo depende del color y las dioptrías del cristal con que se mira… Seguirá funcionando la selección natural, en espacios sin humo, con su ley de la supervivencia del más sano…

Mientras se aproximaba al distinguido local, sito en un vetusto edificio cuya austera imagen exterior ocultaba a los ojos ajenos el lujo y esplendor de sus amplios e iluminados salones, el año 2011 se encontraba ya a las puertas.

La cena estuvo bien, aunque no se podía ser demasiado exigente dado el ambiente de crisis que se respiraba entre los socios. Como dijo el chef: - En un año como el que vamos a despedir, no se pueden pedir "peras al horno".

El presidente, sin duda animado por el espíritu etílico de esa noche tan especial, mostró un talante más optimista que de costumbre.

- Queridos socios y socias, damas y caballeros, amigos y amigas: Alguien predijo "el crack del 2010" pero cuando las predicciones no se cumplen, ya están anunciando "el cata-crack del 2011". Yo os digo: No hay que angustiarse demasiado. En nuestro club, queremos ser positivos y creer en un mañana mejor, a pesar de que la maldita realidad está emperrada en aguarnos la fiesta continuamente... (Algunos aplausos)

Siguió con su perorata hasta que las caras de los presentes y sus gestos mal disimulados, le hicieron ver que se estaba alargando en exceso y que a veces, es mejor saber cortar a tiempo, que provocar una desagradable trifulca. Así que autocensuró la mitad de la disertación que se había preparado.

Para finalizar su alocución, nuestro presidente, el admirado Rufus T. Farflain, pronunció estas contundentes palabras: "La vida no es lo que nos pasa. Es lo que cada uno de nosotros inventamos, con gran esfuerzo y dedicación, para mejorar el club".