TW
0

Jim Money es telepredicador y líder carismático de una secta venenosa. Su nombre lo dice todo: los Alegres Hijos del Rey Midas. Se trata de un grupo cerrado a cal y canto: con sus dogmas de fe, sus vetustos rituales y sus exclusivos lugares de encuentro. Allí se reúnen los fieles, para hablar de negocios (casi siempre) o celebrar refinadas fiestas.

En un vídeo colgado en la red, aparece dando un sermón a sus feligreses, cuyo voto de riqueza se percibe sin dificultad en el ambiente. He aquí un breve extracto, del rollo que les suelta el reverendo:

"- Los ricos tenemos mala prensa, es cierto. Solemos estar mal vistos y somos criticados sin piedad. Pura envidia. Es verdad que algunos salimos en la tele enseñando nuestras mansiones, demostrando mal gusto y poco seso. Pero no todos somos iguales ni se nos puede meter en el mismo saco. Hay ricos mafiosos, corruptos, criminales o tiranos. Pero otros, lo son por herencias recibidas que cuesta mucho mantener. Y los hay que ganan muchísimo dinero gracias a sus trabajos o creaciones, tras largos años de aprendizaje, sudor y sacrificios.

Cuando se trata de multimillonarios, tanto da ser futbolista o exitoso empresario. Hay gente que sabe hacer cosas prodigiosas con un balón, o canta con bella voz, o vende ropa "a todo trapo" como el dueño de Zara, por poner un ejemplo. Otros son brillantes científicos, ingeniosos literatos o inventores de algo útil que tienen patentado. Altos ejecutivos, presidentes de bancos, accionistas mayoritarios o simples agraciados en la lotería…el dinero no hace distinciones.
Siempre se nos tendrá un poco de tirria y hasta se nos culpará de la pobreza. Pero pensad que tenemos más difícil que los demás ir al cielo…y los paraísos fiscales no son para siempre.

El objetivo es acumular, ganando siempre más y viviendo a todo tren. Pero somos perseguidos por Hacienda. Nos confunden con malvados sin escrúpulos, que pretenden imitarnos a cualquier precio (Algunos políticos lo han intentado). Hasta se ha llegado a insinuar que el dinero no da la felicidad…

Pero ahora, en estos momentos de zozobra, todo el mundo pide que seamos un país rico y que no tengamos que ir mendigando por ahí, para que otros más saneados nos concedan un crédito o se sigan fiando de nosotros. No, hermanos, la pobreza no es buena para nadie ni podemos conformarnos con ella…
Está demostrado que trabajando duro, se sale de las deudas y de los números rojos. Aprended de ese cocinero vasco, un tal Arguiñano, que ha sabido ofrecer un producto agradable y con fundamento. Y ha salido rico, rico… "