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Cuando alguna organización, sea ésta religiosa, militar o política, se da de bruces con alguien que les recuerda episodios turbios de su pasado como en un disco rayado, todos echan mano de la misma cantinela, de la misma cacofonía, no exenta de torpeza de argumentos y de orfandad intelectual. Empiezan diciendo: no mire, las cosas hay que situarlas en un contexto; no se puede extrapolar hechos de otras épocas como si estos acaban de suceder en la época actual. Eso que usted me dice, añaden, sucedió en unos tiempos de incultura, una época de barbarismos, una época generalmente incívica. Y ahí lo dejan.

Simplemente con decir esto o algo parecido, creen que se pueden justificar persecuciones, torturas, imposiciones, saqueos, violaciones de cualquier derecho, incluido la salvaguarda de la propia dignidad física y moral, la privación de libertad, el pillaje de los bienes ajenos, las vejaciones y el ultraje. Maldades todas ellas muy duras, algunas inimaginables. Actos cometidos por aquellos que han ejercido un poder y un control sobre sus semejantes, actos que no pueden comprenderse y menos justificarse desde la pueril razón de situar simplemente todos esos desmanes en otra época diferente a la actual. Si seguimos echando mano de semejante pobreza de argumentos, sucederá que las generaciones venideras tendrían que comprender y perdonar los actuales abusos de poder, la inmoralidad de una casta que no tiene ningún pudor en enriquecerse a costa de la miseria ajena. Por ese camino equivocado y acomodado a personales intereses de cada cual, dentro de unos años se podrá comprender, pongo por caso, que hoy en día en Libia, según se ha publicado, los mandamases del ejército afín al gobierno del coronel Gadafi, hayan estado suministrado Viagra a sus tropas para potenciar el apetito sexual a la hora de violar a mujeres libias que han tenido la desgracia de haber nacido en el sector "rebelde" que lucha por cambiar el actual régimen dictatorial. Entonces, dirán aquellos que juzguen estos infamantes episodios, "hay que comprender que eso pasaba en una época de incultura, una época de barbarismo, una época generalmente incívica" ¡Y una mierda!

O sea, que para lo que nos interesa, a modo de justificación, somos tan dúctiles que lo mismo nos da "planchar un huevo que freír una corbata". Somos, además de hipócritas, cobardes y ruines a la hora de apechugar con todo aquello que hemos hecho o ayudado a hacer mal. ¿Cómo se puede justificar o acomodar la barbarie de lo que pasó varios años después de terminada nuestra guerra civil, con españoles torturados y fusilados por las cunetas, las tapias de los cementerios o en patios carcelarios por el hecho de haber luchado al lado del gobierno legalmente constituido? ¿Echamos mano del contexto? ¿Se puede justificar por la barbarie de una época? ¿Se puede comprender todo aquello si lo travestimos de incultura? Ninguno de esos eufemismos se acerca tan siquiera a la verdad. Esta verdad tiene otro nombre, odio, rencor, venganza y orfandad de piedad del vencedor hacia el vencido, y otros nombres, los de aquellos que cometieron esos actos. Qué triste echar mano de la hipocresía, "no hay que remover el pasado", "con la transición se hizo por ambas partes borrón y cuenta nueva". Después de terminar la guerra hay que preguntarse: ¿de qué lado eran los presos por millares?, ¿de qué lado los emigrados a la fuerza?, ¿de qué lado los torturados, los fusilados, varios años después de terminada la guerra?

Algunas generaciones tendrán que pasar cuando ya no quede ningún superviviente de todas ellas barbaridades. Incluso a lo mejor entonces se seguirá diciendo, hay que comprender que aquello pasó en una época de incultura, de barbarismo, una época generalmente incívica.

¿Hasta cuándo para justificar nuestra impiedad, nuestros rencores, nuestro salvajismo? ¿Pensamos decir que acabamos de salir Atapuerca?