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Entre chapuzones en la playa y caminatas por senderos desconocidos, aprovecho los días de vacaciones para participar en un curso de la "Universitat Internacional de Menorca Illa del Rei". Lo imparte el profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Guillermo Bautista Pérez. Su título: "L'aula 2.0: ús didàctic de recursos TIC".

Entre todos los isleños, debemos salvar de la extinción a la "miloca", al "àguila peixatera" y… a la UIMIR. El lujo de cursos de este nivel no debería caer en saco roto. Sentir que aprendes es una forma de felicidad. El primer día, por la tarde, conferencia inaugural del Dr. Salvador Giner, que diserta sobre: "El culte a la natura: una nova religió".

Nada más empezar las clases, me acuerdo de la escena final de la película "Apocalypto", que pese a crear, en su estreno, enorme polémica entre historiadores, no es más que un cuento de amor, horror, violencia, aventuras y supervivencia.

En la escena final, decía, unos nativos mayas se encuentran de repente con la llegada de naves cargadas de soldados españoles, que por primera vez pisaban aquellas tierras. El sentimiento de estupor es indescriptible.

A aquella empresa se le llamó el descubrimiento del Nuevo Mundo. Me imagino la conversación entre los marineros:
Oye, tú. ¿Dónde estamos?
Ni idea, pero me parece que las cosas ya nunca más volverán a ser como antes.

Estamos arribando a un nuevo mundo, dicen los expertos. En muchas cosas, incluida la educación, las cosas no volverán a ser como antes. Porque el panorama ha cambiado sustancialmente. Y estamos explorando tierras desconocidas hasta ahora, edificando nuevas formas de trabajar, de convivir y relacionarnos, que tendremos que pulir y conquistar si queremos salir adelante.

Es verdad que sentimos el miedo a lo desconocido, a lo incierto, a lo que todavía no dominamos. Siempre ha pasado lo mismo. Una de nuestras necesidades básicas es y seguirá siendo, la seguridad. Pero sentimos también el impulso de la curiosidad, la novedad, la aventura. Si no afrontamos los retos en solitario, sino colectivamente, en colaboración, seguro que tendremos más garantías de éxito.

Solo el aprendizaje nos puede salvar de la sensación angustiosa de perder el control, de vernos superados por los acontecimientos y de navegar perdidos entre infinidad de nuevos retos que no sabemos cómo afrontar o superar.

No hay que temer. Vamos hacia un mundo mejor. Aunque a algunos todavía nos cueste un poco quemar las naves.