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¿Qué puedo hacer?
(Lucas 16,3)
No podéis servir a Dios y a las riquezas
Lucas (16,13)
Aquí está la sabiduría. El que tenga inteligencia calcule el número de la bestia, porque es número de hombre. Su número es 666.
(Apocalipsis 13,18)

Vamos buenos. A nuestro alrededor toda clase de martingalas. Que si calificación de la deuda, que si contagio, que si la banca privada alemana intentando entrar a saco como buitres en la carroña griega a través de la Merckel...

La Merckel y sus bancos, o, mejor, los bancos y su Merckel.
O sea: la anarquía de mercado por más que algunos consideren que éste, el mercado, se regula solo.
Nonsense

¿Nos conducirá este caos a una Weltkrieg; a una nueva Guerra Mundial? Guerras siempre las ha habido, obviarlo sería un irenismo ingenuo, lo que no quita lo horroroso y abyecto de las mismas. Esas a las que va y se mata gente que no se conoce, enviada por gente que sí se conoce y ni se mata ni va.

Me llamó la atención, un libro sobre la Primera Guerra Mundial de un escritor británico que había participado en la Segunda, que se lo dedica a su hijo y se expresa en los siguientes términos:

"A mi hijo John, con la esperanza de que, a diferencia de su padre y abuelo, nunca sea llamado a filas en una Guerra Mundial."

Deberíamos aprender las lecciones de la Historia para que no se repitan, pero ya lo decía yo hace algún tiempo: ¡ah la ceguera de los poderosos! Esos poderosos, que como aprendices de brujo, desencadenan fuerzas que luego escapan a su control. Ya ocurrió en la misma Alemania en 1933, cuando industriales y banqueros entregaron el poder a un loco peligroso llamado Adolfo, para que les "salvara". Vamos, la enésima versión del mito de Frankenstein.

Y todo esto para hablarles de una fotografía. Llegó a mis manos por casualidad. O quizás no. Lo cierto es que en cuanto la vi me impresionó y me hizo vibrar la fibra sensible. Lo que parece, en principio, un tranquilo cuadro familiar, resulta ser un escenario dramático que situaremos en plena Segunda Guerra Mundial, en un momento además ( entre junio de 1943 y 1945) en que en Alemania ya cundía el pesimismo de la cercana derrota. Al hombre y a la mujer les llamaremos Fritz y Helga. Él es un sargento del cuerpo Panzer (en este caso el uniforme negro con las calaveras plateadas en las solapas no es de las SS, sino del cuerpo de carros de combate) que probablemente ha aprovechado un corto permiso en retaguardia para hacerse una foto de familia. Ella es una mujer, ni guapa ni fea, sencilla, sin sofisticación. Sufriente. ¿Qué estará pensando? No es difícil adivinarlo: ¿Qué será de nosotros? ¿volveremos alguna vez ha hacernos otra foto juntos los tres? La angustia de la madre, que muestra un extraño quiebro nervioso en la posición de la mano derecha se transmite al niño, que lo refleja en la mirada. Una mirada en la que puede adivinarse el miedo. De hecho, los tres tienen los ojos tristes. Hay en la escena un trasfondo de tragedia; de pesimismo estructural.

Y eso que Fritz es lo que algunos llaman un "héroe de guerra". Lleva el pecho cuajado de condecoraciones, (las lleva bajas, como Albertito) entre ellas, el distintivo de carros de combate en oro (la de abajo a la derecha, que, además, sabiendo que se instituyó el 22 de junio de 1943, nos permite fijar la fecha de la fotografía como posterior). Esta medalla indica que había participado en más de 50 misiones de combate con "aprovechamiento" (sí, menudo aprovechamiento). También, según la placa a la izquierda en plata, fue herido al menos en cuatro ocasiones y además fue merecedor de tres Cruces de Hierro, incluso de la de Caballero, que luce en su cuello y de cuya categoría se concedieron muy pocas a suboficiales, en el clasista Ejército alemán.

Con todo, más que un héroe, lo que la foto muestra sobre todo de Fritz, es la angustia contenida (la sonrisa es casi un rictus) de un padre preocupado por el futuro de su familia.

Para concluir: ¿qué debió pasarles a Fritz, Helga y su pequeño? Murió el padre entre los hierros calcinados de su tanque? ¿Fue Helga violada por los rusos (o los americanos)?, ¿pereció en un bombardeo; sobrevivió? ¿Y el niño?, ¿murió de frío y hambre acurrucado en la esquina de un orfanato abrazado fuertemente a su peluche, o salió vivo y acabó de ingeniero en la Siemens?

Y luego lo de los campos de concentración.
Por favor, ¡nunca más!
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