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La expresión "hacer su agosto" proviene originariamente, como muchas que utilizamos todavía, de las tareas del campo. Aunque pasando el tiempo, ha adquirido el significado de aprovecharse o lucrarse con algún negocio de temporada. Me gusta eso de que cada uno pueda hacer un mes y no solo pasarlo. La vida no solo nos pasa sino que, sobre todo, la hacemos. Es una cuestión de acción, de aquello que hace un sujeto y que nos cuentan los verbos en la oración.

La situación es muy delicada -opinan los entendidos. Y los no entendidos también. Aunque no lo dicen tan finamente. Las turbulencias no cesan. Hay mucha especulación en el aire y todo es tan fluctuante como la bolsa misma…o la prima de riesgo. (Se ve que ahora tenemos una prima que no conocíamos).

Los gobiernos van de bólido. Todos esperan un débil rayo de luz frente a las malas noticias. Que el dinero vuelva a fluir y a cambiar de manos, aunque sea de forma más moderada y productiva que antes. Las grandes locomotoras económicas, deben empezar a estirar del resto de vagones para recuperar el pulso y el empleo cuanto antes. Tener, por fin, un horizonte claro que nos ayude a disipar temores, alejando los negros, muy negros nubarrones. Falta un liderazgo claro. Ahora, vuelve a venir a cuento la pregunta que se hacía don José Ortega y Gasset: ¿Quién manda en el mundo?

Volviendo la vista atrás, uno se da cuenta de que el pretérito era imperfecto. Jugaba, estudiaba, vivía…sin haber salido nunca de la isla; ajeno por completo a la vastedad del mundo y sus complicaciones. Cosas de la edad, supongo. La inexperiencia es una dolencia juvenil que se cura con el tiempo.

En el presente de indicativo: pienso, sudo, escribo…mientras un calor sofocante hace bullir las pocas neuronas que trabajan; esas que reclaman sin cesar, grandes dosis de hidratación refrescante. Quiero vivir el presente, antes de que se escabulla raudo y veloz hacia el pasado, como tiene por costumbre.

"Carpe diem". Sentarse en "el Cachito" a tomar algo y charlar de forma distendida, en una luminosa noche de verano. Gente paseando bulliciosa sobre los muelles, admirando los barcos atracados que sueñan y se imaginan felices, navegando sobre aguas cristalinas. Un puerto que nos protege de todos los vientos. Pero el aburrimiento es un poderoso enemigo de la felicidad y por eso, algunos siguen prefiriendo el riesgo o el peligro a la modorra.

En el futuro perfecto: yo habré amado, tú habrás reído, él habrá encontrado trabajo, nosotros habremos votado, vosotros habréis ganado y ellos habrán perdido…pero ese futuro, queda muy lejos todavía. No se puede vivir en el futuro, ni añorar inútilmente un pasado que ya no puede volver. Sin nuestro modesto presente, ninguno de los dos existiría.

Por eso, de todos los tiempos verbales que nos rodean entremezclados, y casi confundidos, ahora sólo estoy veraneando. Bonito gerundio.