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Este 11 de septiembre, mientras miles de estudiantes se preparaban para empezar un nuevo curso, se ha celebrado la "Diada de Catalunya". Fiesta reivindicativa que conmemora la caída de Barcelona durante la Guerra de Sucesión, en 1714. Los independentistas, no solo celebran su orgullo de ser catalanes, sino que no se sienten españoles y ven lo español como una reencarnación de antiguos agravios y batallas perdidas. Un axioma para comprender mejor las cosas que pasan, podría ser este: cualquier postura extremista, provoca una reacción extremista en sentido contrario. Con lo cual, si no dejamos un espacio para posiciones moderadas, las vísceras acaban derrotando sin remedio a las palabras.

Un 11 de septiembre de 1940, George Stibitz llevó a cabo la primera operación remota desde un teléfono hasta una computadora. En el 62, "The Beatles" terminan de grabar su primer sencillo, titulado "Love Me Do"; y otro 11 de septiembre, el de 1973, Chile se nos tiñó de luto, con Augusto Pinochet y su macabro baño de sangre. Una misma fecha, nos puede recordar diferentes acontecimientos históricos.

El 11 de septiembre de hace 10 años, unos atentados largamente planificados tuvieron como consecuencia más traumática, la caída de las Torres Gemelas de Nueva York. Retransmitida en directo, ante la atónita mirada de millones de telespectadores, fue una manera horrible de visualizar que empezábamos el siglo XXI. Seguíamos teniendo las mismas posibilidades, de experimentar lo peor (aunque también lo mejor) del ser humano.

En una década han pasado tantas cosas, que nos resulta difícil asimilar los cambios que se están produciendo. Las consecuencias de aquellos atentados fueron como la ola gigante que asoló las costas japonesas después de un colosal maremoto. Su llegada a tierra puede demorarse horas, pero su avance es inexorable y no hay manera posible de detenerla. Por otra parte, en una sociedad tan visual como la nuestra, las sensaciones caducan con enorme rapidez y se olvidan pronto. Cuando se apaga la pantalla plana del televisor o impresiones más recientes las sepultan, las noticias de ayer nos parecen, de pronto, como lejanos e irreales espejismos, ajenos por completo a eso que solemos denominar la "rabiosa actualidad"

A fin de cuentas, cada cien años estrenamos un nuevo siglo; y los siglos, siglos son. Pero la primera década del que habitamos ahora nos ha trastocado los planes. Increíbles avances tecnológicos; grandes beneficiados de la propiedad privada, miles que viven privados de toda propiedad; muertos por el hambre en unas zonas del planeta, otros que mueren de obesidad en otras…

Si, amigos, quisimos vivir a todo tren…Pero el afán de poseer más y más, al final nos ha hecho descarrilar. Tendremos que volver a vivir gastando en lo necesario, saldando las deudas contraídas, ahorrando para poder construir un laborioso futuro…Acostumbrarnos, en definitiva, a ir más despacio. No es nada nuevo. Recordemos una vez más, aquel sabio consejo que solemos cantar por aquí: "Qui no vol caure, que vagi a peu"