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Esta semana llevo varios artículos empezados, trato de escribir sobre temas de actualidad y la verdad no se por cual decantarme; si por el escándalo que ha supuesto la entrega vergonzosa de nuestro dinero para mantener a los bancos cuando estos se han convertido en unos recaudadores voraces que no tienen pudor alguno en desplumarnos como lo están haciendo ( cobran comisiones de todo: de no tener un saldo elevado en tu cuenta, ¡¡ que más quisiéramos algunos que tener un saldo medio de al menos 1.500 €!!. Cobran 10 € de comisión cuando quieres cancelar una cuenta que lleva un montón de meses sin operar y que solamente genera cantidades en rojo pues les van aplicando euros y más euros por "reclamación de posición deudora").

Tenía empezado otro que iba sobre Grecia, y la injusticia que sería dejarla abandonada, con todo lo que representa histórica y simbólicamente, pero tampoco me apetece.

Un tercero sobre despilfarro público, pero también me aburre.

Ante el mundo que se nos avecina, y ante la falta de realismo de la izquierda, y la entrega al mercado de los partidos mayoritarios, ante el caos que llega raudo y veloz, a veces prefiero centrarme en mi entorno más íntimo, que es mucho más enriquecedor. Y es que tengo amigos que están pasando por momentos verdaderamente difíciles a nivel económico y profesional, siendo como son personas altamente cualificadas y con talento.

Además siempre he creído mucho en la amistad, creo que la vida sin amigos es menos interesante, menos estimulante, porque la familia, a la que quiero, ya va en el pack, y tiene sus ritos y normas con las que debo cumplir más o menos habitualmente. Pero los amigos, los de verdad, aquellos que te conocen y toleran tus defectos y manías, aquellos con los que eres capaz de compartir un sueño, un proyecto, una crisis personal o una emoción, aquellos a los que a veces fallas, o aquellos que a veces se dan cuenta de que no pasas por un buen momento, son, al menos para mí, mis compañeros de viaje.

Conozco a muchos, muchísimos de ellos, que lo están pasando mal y no puedo ayudarles. Ayer me decía una que no pagó la electricidad durante tres meses porque no tenía dinero. Y el parque móvil de todos y cada uno de los ministerios y de todos y cada uno de los que están a disposición de la legión de esos que llamamos autoridades está repleto de coches de alta gama y de conductores oficiales.

Miro y veo penurias a mi alrededor.

Leo y me cercioro que la gente que se dedica a la política está ensoberbecida y que no mira a su alrededor

Y esto me deprime y hace que me halle en horas bajas.

Estoy en horas bajas porque se tira el dinero en España y se muere de hambre en España y porque los políticos salen por ahí soltando un chorro de palabras y discursos demagógicos que dudo que en realidad sepan lo que dicen.

Pregunto y siempre hay quien me dice que fulano y zutano están en el paro y pasan privaciones graves.

Reflexiono y repaso lo que sé de los políticos de más relumbrón y la mayoría son unos perfectos mediocres.

No quiero preguntar cual es el bagaje intelectual de Zapatero.

No quiero preguntar en qué se sustentan los veinte mil euros que dicen que gana la Pajín.

Me da asco saber que uno de los candidatos a ser futuro presidente de España estuvo en lo del GAL.

Y dicen que una ministra estaba al lado de uno que hablaba de la "puta España" y que ella decía que todos somos ese de la "puta España".

Y es que seguramente por pensar tanto estoy en horas bajas.

Una que se llevaba por delante una pasta decía que a ella le pagaban por no pensar.

¡Qué duro es pensar en España hoy!

No sé porque les cuento todo esto, quizás porque la realidad me parece tan decepcionante, o quizás porque me gustaría dar más rienda suelta pero no, no puedo.

Son las tantas de la madrugada del jueves, hace poco he acabado de escribir mi no artículo "Bon dia", y para continuar en mis horas bajas, no tengo internet y no puedo mandárselo al director del Menorca; me dice mi proveedor de internet que no me preocupe que no es un fallo de mi línea, es que hay un problema general,

De todas formas me comprometo a seguir arreglando el mundo a través de mis artículos, a criticar el despilfarro y la especulación financiera, así como la falta de autoridad en las escuelas y en las familias. Pero miren, hoy no me apetece.

En realidad hoy no quiero que me preocupe nada. Por un día me lo puedo permitir.