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En las elecciones del Senado francés del domingo 25 de septiembre de 2011, el PS (Partido Socialista Francés), ganaba el control de la Cámara Alta que ha estado en manos de la derecha en el último medio siglo.

Conviene recordar, que a la presente, el Gobierno francés es de derechas, de manera que perder las elecciones del Senado, que llevaba 58 años en su poder, tiene que haber sido especialmente doloroso, sobre todo, cuando, según lo politólogos, lo que anuncia la pérdida del Senado es el principio de lo que le va a pasar a al derecha francesa dentro de siete meses en las elecciones generales. Ciertamente el señor Sarkozy está como los demás gobiernos pagando las consecuencias de la crisis.

El primer gobierno europeo en ser defenestrado como consecuencia de la situación desestabilizadora que la crisis les ha ocasionado, fue Islandia. Por cierto, no está dentro de los países del euro. Pero a propósito de Islandia, bueno será recordar que algunos de sus banqueros han ido directamente a la cárcel, y el Primer Ministro, está pendiente de sentarse ante un Juez con algunos más de sus colaboradores. Luego vino lo de Portugal cuyo gobierno se vio obligado, sin olvidarme tampoco por eso, de los cambio habidos en el Gobierno heleno. El siguiente en enfrentarse al veredicto de los votantes pasando el fielato de las urnas será España, donde es más que probable que sufra idéntico varapalo que ya le infringió la derecha en las elecciones municipales y autonómicas últimas.

¿Puede un partido y su gobierno ganar unas elecciones teniendo que hacer frente a la situación actual? Pues mire usted... no, o por lo menos le será muy difícil, porque el votante se mira a sí mismo, mira a su alrededor y sin otros compromisos culpa de la situación al gobierno que haya estado generando poco o mucho la situación.

En puridad, en España la situación actual por ser justo, debe señalarse que el fenómeno iniciador nos viene como consecuencia de los desastres financieros de EEUU, fenómeno que ha terminado postrando a la pluralidad de los países europeos, y si convenimos que el inicio tiene para todos un mismo origen, las consecuencias no son para nada homologable, toda vez que a España hay que añadir que el gigante con pies de barro de la llamada burbuja inmobiliaria, se nos vino estrepitosamente abajo. Y aquí debemos detenernos para convenir que la crisis que afecta a España, tendrá una recuperación lenta. Dicho esto, sería injusto zanjar la cuestión sin señalar, sin dilucidar quienes propiciaron aquel desmadre inmobiliario, que ahora tiene nuestra economía por los suelos, y con ella, a cerca de cinco millones de parados que no encuentran salida a su situación.

Pues miren ustedes, los gobiernos del PP y los del PSOE tienen los dos su carga culpativa por haber no sólo permitido aquel increíble desaguisado urbanístico, sino además por haber propiciado aquella situación, pudiendo añadir, que algunos del PP y del PSOE, estas son las hora que van y vienen por los Juzgados, porque les pillaron cuando se enriquecían ilícitamente en "aquel panal de rica miel donde tantas moscas acudieron".

De aquellos polvos estos lodos, hoy estamos como estamos, sin que por eso hayan dejado de asombrarnos un día sí otro también ejemplos inauditos de cómo se sigue manejando aquí el dinero ajeno. Estamos como estamos, sí, y además para nuestra vergüenza, sin que por la crisis nadie haya ido a la cárcel por ello.

Estamos a la vuelta misma de unas elecciones Legislativas, donde los votantes tenemos la oportunidad de castigar con nuestra indiferencia a quien lo haya hecho mal o premiar con nuestro voto a quien lo haya hecho bien. La verdad es que sólo un partido pagará las consecuencias electorales, olvidando que el otro partido es igual de culpable. Pero hay que bajar del caballo al que está subido en él, sin importarnos mucho si el que va a subirse después, no sería bueno que se quedase tal cual está. En resumidas cuentas, tengo que llegar a la conclusión, que no son las urnas el sistema de ejercer la justicia entre los distintos partidos políticos, más bien lo que suceda, es que no son otra cosa que el recurso banal del pataleo.