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Durante el acto inaugural del curso académico en Menorca, la Magnífica Rectora de la Universitat de les Illes Balears, Montserrat Casas (Doctora en Ciencias Físicas), afirmó que la parte visible o que trasciende a la opinión pública de la ingente labor investigadora llevada a cabo, apenas representa un 10% del total. El 90% restante, permanece sumergida como un iceberg y la mayoría de los ciudadanos no somos conscientes de ella.

Muchos logros científicos acaban aplicándose para mejorar nuestras vidas. Aunque siempre se destacarán los aspectos negativos o contraproducentes de algunos avances de la ciencia. Aquellos que son producto de un uso indebido o de la falta de ética de individuos o gobiernos sin escrúpulos. Apenas se destacan la inmensa mayoría de aportaciones que nos facilitan las cosas o nos hacen la vida más llevadera que antes.
Dicha imagen de un iceberg puede aplicarse a multitud de temas o situaciones, donde lo oculto o desconocido supera en gran medida la parte que podemos percibir a simple vista.

La ignorancia siempre es mayor que el conocimiento, el esfuerzo que los logros conseguidos y los sueños, más ambiciosos que las limitadas realizaciones humanas.
Están los susceptibles que dicen, cuando se destapa un caso de corrupción: "Esto es solo la punta del iceberg". Y creen que pensando mal, acertarán siempre. Jamás se plantean que tras las simples apariencias, existe un mundo discreto de bondad y de heroísmo, formado por multitud de personas admirables.

Sigmund Freud desveló que bajo la tenue línea de la consciencia habitan pensamientos y deseos primarios, muchos de los cuales no nos atreveríamos a confesar estando sobrios. Los instintos sexuales o agresivos no siempre están bien domesticados por la sociedad y la cultura. Y por eso nos sorprenden algunas de las animaladas que vemos por ahí.

Existen los amores platónicos. Aquellos que aman en silencio debido a su inseguridad o timidez. Como oculto está también todo lo bueno que nos espera y que todavía no conocemos o imaginamos. Busquemos la parte escondida, recóndita de las cosas...
Imaginemos la cara oculta de los enormes icebergs que nos rodean. Contra ellos se estrellan muchas veces los grandes especialistas, los sabiondos y entendidos de todo tipo.

La soberbia les hace menospreciar esa gran masa de realidad que palpita sumergida bajo el océano de la existencia. Y nos explican las cosas a toro pasado. Porque la actualidad les suele coger desprevenidos. No le prestaron mucha atención a lo que no se ve, pero flota.
Podemos hacer como el pasajero del "Titanic" y decir: "Mira, un pedacito de hielo que se acerca por la proa…". O tomarnos en serio la fuerza siempre peligrosa (a veces benéfica) de lo ignoto. De aquello que no podemos contemplar o abarcar a simple vista.

Sentados sobre cubierta, los mandamases del mundo estudian nuevas medidas contra la quiebra. La orquesta de a bordo sigue tocando sin parar, mientras el lujoso trasatlántico de recreo que habíamos construido entre todos se nos está yendo a pique sin remedio.