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Josep Pla decía que dejar una cosa para mañana es dejarla para siempre. Hemos llegado a ese punto de no retorno, en el que ya no podemos aplazar nada más. Lo que llaman los estudiantes: tener muchos deberes.

Tiempo de urgencias y vacíos, de malestar difuso colándose por las rendijas, de estupefacción creciente, sin fronteras; también tendrá que ser un "tiempo de valientes", como reza el título de una desternillante película argentina, un tiempo que requerirá tanta solidaridad y tesón como seamos capaces de practicar. El parto europeo ya ha roto aguas, pero será más largo y costoso de lo previsto. La unidad es nuestra única salida.
Por fin se puso a llover y esto ha sido bueno para las setas, que vuelven como las oscuras golondrinas o el sorteo de Navidad. Hay cosas que siempre vuelven. A punto de caducar noviembre, la gente camina por las calles sin un gorro o una bufanda que los blinde del frío, esperando ese cambio climático que llega con un poquitín de retraso. Calefacción que nos ahorramos…
Diciembre está a la vuelta de la esquina. Lo que nos recuerda que este año de penurias se acerca ya a su fin, a la recta final; preparado para caber bien plegadito en el baúl de los recuerdos. Haremos propósitos para el futuro peliagudo que nos espera, precedido por un halo de temores y misterios. ¿Aprobaremos el examen final? – diría el estudiante…Tendremos que estudiar mucho más, desde luego. Pero todo puede ser.
Ahítos ("embafats") de política. La gente ya tenía ganas de olvidarse del barullo electoral y ponerse a trabajar, si es que puede. En la vida, hay cosas más importantes que la política, por imprescindible que esta sea. No debemos olvidarlas o corremos el riesgo de quedarnos nadando sobre la superficie, que a veces entretiene, a veces, cabrea; y perdernos así muchas cosas sin las cuales, la vida sería plana, sin una pizca de sal, hipocalórica.

Como pasa con nuestro cuerpo: solamente nos preocupamos y prestamos atención a las cosas cuando no funcionan. Hemos tenido que cortar la hemorragia de la corrupción y el despilfarro para poder, algún día, olvidarnos de todo eso y hacer vida normal. Si bien es cierto, que con las cosas del poder nunca se debe bajar la guardia…

Si estos temas primarios estuviesen resueltos, uno se podría ocupar de otros mucho más profundos y placenteros. Cada cual debe realizar su trabajo de la mejor manera posible. Es lo único que conseguirá mejorar el conjunto, y nos salvará de la mediocridad y el temor al porvenir, que nos embarga.

¿Qué recompensa obtendré por el trabajo bien hecho? – preguntó el estudiante a la maestra.

El trabajo bien hecho, será tu mejor recompensa – fue su dulce respuesta