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El Ayuntamiento de Maó ha aprovechado la primavera para anunciar una reordenación de aparcamientos, asunto siempre conflictivo como todo lo que toca el bolsillo. No me parece mal todo lo que se proponen Águeda Reynés y sus compañeros. Eliminar estacionamientos en calles estrechas como Conde Cifuentes, Anuncivay o Sant Roc es más una necesidad que un proyecto de mejora. La zona azul en Avenida Menorca perjudica a vecinos propios con estacionamientos largos, que se verán obligados a andar un poquito más echando mano de la inerte zona urbanizada de los cuarteles de Santiago y aledaños. El barrio necesitaba una solución, ésta o la que sea. En estos momentos es prácticamente imposible dar con una plaza libre en horario comercial, lo que se traduce en coches sobre la acera, el abuso de la doble fila y otras alegalidades más o menos consentidas. Más dudas me genera tener que pagar en los parkings públicos en superficie. Cierto es que su rotación de vehículos es similar a la de Avenida Menorca, pero estos espacios se concibieron en su día como desahogo y están ya en una cierta periferia, lo que justifica menos la medida. Las tarjetas de residentes son un alivio, pero no evitan tener que estar pendiente del tique. Con todo, el fomento de la rotación y de la "desmotorización" del centro siempre es algo positivo. Hay que cambiar el chip y usar el coche lo justo. Es más sano, más cómodo y, ahora más que nunca, más barato.