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Bien sabe Dios cuánto lo siento que se nos haya volatizado aquel Rajoy de hace tan sólo unos meses cuando proclamaba urbi et orbe, que él iba a ser el Presidente del Gobierno de "al pan, pan y al vino, vino".

Ha transcurrido sólo medio año de la presente legislatura, y su esperanzadora proclama se le ha ido por el sumidero que conduce a tantas promesas electorales al albañal de los que hacen de su palabra capas y capirotes. Sobre todo, cuando tienen la mayoría absoluta.
Yo ya no alcanzo a distinguir si es que mienten a los votantes o es, que en su antropofagia política, no alcanzan a comprender que se están devorando a sí mismos.

Desde la Tribuna de oradores del Parlamento dirigiéndose a sus señorías, que es lo mismo que decir a todos los españoles, acertó a decir el Sr. Rajoy unas palabras que uno asume para ponerlas esculpidas en una placa y colgar ésta en cada esquina de las plazas de España. Lo que dijo fue: "un compromiso del que pretendo hacer bandera en mi gobierno si la Cámara me otorga su confianza. Decir siempre la verdad, aunque duela; decir la verdad, sin adornos y sin excusas. Llamar al pan, pan y al vino, vino". Eso y no otra cosa fue lo que dijo. ¿No será Sr. Rajoy que lo que usted quiso decir en realidad, es que de tanto en tanto llamaría al pan vino y al vino pan? Permítame que me haga esta pregunta después de visto lo que uno está viendo.

Sr. Rajoy, ¿de verdad, palabrita del Niño Jesús, que nos está usted diciendo que eso de los 100.000 millones no es un rescate? ¿De verdad nos está usted diciendo que es un préstamo, donde no hace falta más que darse la mano, cómo hacían antaño debajo de la olma de la plaza de Boñar, entrañable pueblecito leonés, el de los famosos gallos, los paisanos, cuando cerraban un trato y lo sellaban dándose la mano y nunca hubo notario que mejorase aquel apretón de manos?

¿De verdad Sr. Rajoy, nos está diciendo que esos 100.000 millones no dejarán de alguna manera, directa o indirectamente, gravosas consecuencias a los de siempre?

Precisamente, por no decir las cosas tal cual son, es decir, al pan, pan y al vino, vino, la prensa europea, le está a usted y a su gobierno, dándole una buena mano de desaprobaciones, y, oiga, es comprensible, porque estas son las horas que en Europa y sobre todo en España, nadie sabe al completo, ni las características ni las formas del susodicho paquete de millones.

Fíjese que demostración de confianza Sr. Rajoy, el día 14 de junio 2.012, la rentabilidad del bono, rozaba nada más y nada menos que el 7%. La prima de riesgo disparada y disparatada hasta llegar a los 550 puntos. La agencia europea Eurostat, desmintió su afirmación Sr. Presidente, cuando usted dijo: "la línea de crédito no afectará al déficit público". Lo dijo usted el domingo día 10 de junio. Eurostat le corrige diciendo que "el crédito aceptado por el gobierno español, aumentará directamente la deuda pública".
Yo le creo a usted, por supuesto que sí, porque es el presidente de mi país, pero no puedo evitar la duda, y, espero que usted lo entienda, cuando recuerdo que ustedes han dicho por activa y por pasiva, que la banca española no necesitaba ningún rescate ni ningún dinero de Europa, o cuando afirmaban que no habría copago sanitario, o cuando decían que no se recortaría ningún derecho a los trabajadores, o cuando su ministro de Economía, ya me gustaría a mí saber con qué matemáticas, arreglaba lo de la banca con bastante menos de la mitad de lo que luego está haciendo falta para rellenar solamente, óigame, el socavón de Bankia. Hago dejación porque podría llegar a aburrir a las ovejas, de pormenorizar un largo etcétera de contradicciones y desmentidos día tras día de miembros de su gobierno.

Ustedes deben recordarse a sí mismos, que son los que en un pispás, iban a generar confianza. Sí… sí, menuda confianza oiga. Moody's rebajaba la deuda española el jueves, 14 de junio, al mismísimo borde el bono basura. Han creado ustedes "tanta confianza" que ni a los mercados ni a la prensa especializada parece que les ha servido lo de los 100.000 millones para fiarse. Diríase que está pasando todo lo contrario: la desconfianza ha aumentado a pesar de los drásticos y tremendos recortes a los trabajadores y a las capas sociales más desfavorecidas. La desconfianza está llegando a cotas, siento decirlo, se lo digo de verdad, de todo corazón, verdaderamente preocupantes dentro de eurogrupo, tanto que usted me aceptará que el euro, como moneda única, está pasando por los peores momentos de su historia.

Lo de Bankia y el absurdo y peligroso empecinamiento del gobierno en no depurar responsabilidades y lo de los 100.000 millones tan poco nada aclarados, han formado un lastre muy pesado para una situación ya de por sí, complicadísima.

Al euro y a nuestra economía sólo le falta que las elecciones griegas del domingo, en vez de despejar el horizonte, acaben por ponerlo como los cataplines de un grillo.